De la solidaridad (y nota previa)
Escrito por Luis Barragán | X: @luisbarraganj   
Lunes, 02 de Junio de 2014 02:23

altEl solo control hegemónico de los medios, garantiza su expansión: el gobierno trata de imponer una versión de la crisis que, a toda vista, dista abismalmente de las realidades que padecemos.

Llevado todo al absurdo, equipara la solicitud de renuncia de Nicolás Maduro a un gravísimo delito de conspiración y, por consiguiente, la sospecha y la prisión también ha de recaer  en el constituyente de 1999 que la constitucionalizó. Por lo demás, nadie eligió el llamado alto mando político y militar que dice impartir justicia, cuyo único requisito para integrarlo – al parecer – es ser titular de un importante despacho,  con el correspondiente presupuesto, confudido el Estado con el parapeto partidista ideado.

Solidaridad

La sociedad solidaria es un viejo planteamiento, imposible de decretar o forzar. Lejos de entrar en alguna disquisición conceptual, aceptemos la existencia de un mandato y sentimiento moral que espontáneamente se manifestaba, sin necesidad de una enfermiza invocación oficial que la distorsionaba y degeneraba, como ocurre ahora.

Expresión institucional, uno de los servicios más aplaudidos que dispensó la empresa Metro de Caracas,  fue la inmediata asistencia del discapacitado, además de adecuar las instalaciones. En consecuencia, sobreviviendo, no constituye un fenómeno propio del socialismo tal y como lo reclama la publicidad que hemos visto.

Recordemos, apenas acaeció la consabida tragedia del estado Vargas, rendimos  un pronto, espontáneo y masivo testimonio de solidaridad que, por cierto, creyendo hegemonizarlo después, lo apagó – naufragando - la exclusiva intervención del gobierno que nunca nos convenció con sus cuentas en torno a los aportes materiales recibidos, nacional e internacionalmente. Atrás quedo la estampa del audaz rescatista, del motorizado, de los proveedores o del médico que se internó en el lodo para contribuir gratuitamente a salvar vidas humanas.

Somos esencialmente una sociedad solidaria que requiere de perfiles distintos a los que desea el régimen, simulándola.  Al tratarse de una causa justa, arriesgamos realizándonos con el otro y los otros, aún en las más difíciles circunstancias.

Al descubierto, un gobierno hiperinflacionario e intolerante, perverso y mentiroso, genera resistencia y solidaridad entre sus víctimas. A nadie debe extrañar que la protesta estudiantil reciba el gesto de apoyo anónimo de quienes, incluso, son capaces de darles agua – por decir lo menos – en medio de la tempestuosa represión – ya – compartida.

@Luisbarraganj


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