De la temida deserción
Escrito por Luis Barragán | X: @luisbarraganj   
Lunes, 02 de Noviembre de 2015 00:35

altEl peso de la conciencia se impone, pues ha habido y hay funcionarios del gobierno que no duermen con tranquilidad.

Se saben protagonistas y cómplices de una gran estafa que lleva más de década y media, colapsando moralmente por un indebido disfrute material.

Investigados fuera del país, tiemblan ante la posibilidad cierta de ser llamados por la justicia, tarde o temprano. O, de alguna manera llamados, desean salvar en lo posible a la familia que arrastraron con sus locuras.

La deserción no es fácil, porque la dinámica que generaron es propia de las mafias. Temiendo las represalias, buscan amparo allende la mar. Por cierto, beneficiarios menores,  en los cuadros medios de a administración cunde el pánico, porque no le es fácil a nadie huir imprevistamente del país, como a sus bien acomodados jerarcas.

Por lo pronto, el desertor político e ideológico se resigna a una tempestad de descalificaciones, probablemente presto para cualquier argucia que lo lleve a los tribunales. El caso está en el que, funcionalmente, puesta a andar, desarrolló o se prestó para que anduviese la gran maquinaria de la corrupción, y – arrepentido – el miedo se cuela por los huesos.

Hay límites éticos y morales, surgiendo el otro desertor: el que ayudó a falsificar o falsificó las pruebas para los injustos procesos judiciales, desde una magistratura o una fiscalía, llevándose por el medio a los inocentes. Sin embargo, es necesario reconocer y valorar el coraje de una deserción a tiempo, revelando las verdades que la historia les reconocerá en su justa dimensión, atenuando esa difícil carga: la de la conciencia que no deja siquiera dormir.

@LuisBarraganJ



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