Sin lucha no hay paraíso
Escrito por Argelia Ríos   
Sábado, 01 de Agosto de 2009 05:34

altLa verdad es que el chavismo está pasando de moda afuera y adentro del país. En apenas cinco meses Venezuela estará nuevamente en un año electoral. Pero sus características serán diferentes al de los anteriores.

Los bandos polarizados no exhiben los atractivos del pasado: la mayor parte del universo electoral anda al garete, en una búsqueda todavía estéril, donde aún no se identifica una alternativa a lo que existe de lado y lado.

Chávez y sus contrarios tienen la calle perdida: ambos experimentan dificultades similares en este terreno. Los temas externos le han venido como anillo al dedo al oficialismo que, pese a los reveses sufridos, emplea el momento para postergar -como en tantas otras ocasiones- el debate alrededor de las graves deficiencias de la gestión bolivariana. La situación del sector democrático es más prometedora, aunque, para variar, corre el riesgo de volver a desaprovecharla.

La existencia de un “voto duro”, persistente y terco, ha provocado una inercia desconcertante, que suma a ese extraño ambiente nacional, dominado por la desconfianza frente a “lo que hay”, tanto en un campo como en el otro.


El fracaso de Chávez en Honduras, Panamá, Argentina y México -sin contar la novela con Colombia-, le ha otorgado al gobierno la carta con la que pretende jugar a la tesis del “enemigo externo”. El hiperlíder y sus adláteres dicen ser objeto de una “conspiración internacional”. La verdad es que el chavismo está pasando de moda afuera y adentro. La cruzada repetida de Mambrú encaminándose hacia el frente de guerra es una prueba patética de la frustración general, pero también de que Chávez no se inmoviliza ante sus problemas ni ante sus fortalezas.


En el cálculo oficialista, la revolución tiene la oportunidad de volver a movilizar a sus tropas populares, desvanecidas por la frustración& La tarea consiste en construir un clima electoral que beneficie al “proceso”. El expediente del “presidente acechado y en peligro”, necesitado de la defensa activa de su pueblo ha sido desempolvado. Pero hasta los suyos le piden “una de vaqueros”. La barajita que les queda es la Ley Electoral y la de las Comunas, con las que Chávez buscará quedarse en el poder siendo una minoría moralmente degradada.

Ojalá no sea demasiado tarde cuando el sector democrático comprenda que el desencanto nacional también involucra a sus factores, paralizados por la certeza de un caudal de votos asegurados por la desesperación. Estamos a apenas cinco meses de un año electoral en el que la minoría podría arropar al inmenso país de los decepcionados. Ese país exige una organización y una ecuación unitaria que esté a la altura y en armonía con su diversidad y complejidad. Una cosa es conformarse con una cuota parlamentaria, y otra distinta es bregar para ganar la Asamblea, o cualquier otra modalidad de elección.

Pero… Sin lucha no hay paraíso.


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