Algunos quieren minimizar el hecho. Pero resulta imposible.

Otros callan por el miedo natural al régimen del terror que esta semana encarceló nada menos que al jefe de redacción del diario El Nacional, José Gregorio Meza, citó a otros periodistas que laboran en ese mismo diario y allanó casas de las diputadas que ahora presiden la legítima Asamblea Nacional. La verdad es que Maduro no pudo ir a la Argentina. A la cumbre de la CELAC. 

No fue por miedo. Sintió, le hicieron sentir más bien, parte de la receta que le ha aplicado por años a los venezolanos. El valentón rendido ante el poder de la justicia. No será la única vez. Miedo siente. Basta ver cómo anda diariamente protegido el palacio de Miraflores. O como envía un burlesco muñeco inflable a los desfiles militares. Más por temor profundo a un dron que a un posible movimiento militar extraño. El tipo anda con aquello flojito. Con razón. 

Patricia Bullrich encabezó, con firmeza, los movimientos, las protestas, la ida a los sitios para el impedimento, recordando fundamentalmente dos cosas a los argentinos, con apoyo irrestricto de los venezolanos allá, quienes se destacaron también en este propósito: que Maduro está investigado por la Corte Penal Internacional por delitos de lesa humanidad, como corresponde, y que sigue vigente un pago de los Estados Unidos por su captura. Razón por la cual dieron la alerta a la DEA para procurar su detención en cuanto pisara suelo argentino. Estupendo proceder. Lo hicieron retroceder en su empeño. Avergonzándolo mundialmente. 

Maduro no fue. Algunos señalan que resultaba mejor no hacer escándalo para que su detención se hiciera efectiva. Esto lo dicen quienes todo critican y no reconocen el enorme paso en la puesta de frenos a la tiranía que ese señor encabeza. Freno a su desplazamiento libre por el mundo. Freno y límite a su accionar para con la ciudadanía venezolana. El mismo freno que tratará de ponerle Türk, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los DDHH. El freno que significan las sanciones por parte de los EEUU y la vigente solicitud de captura por la que ofrecen millones de buenos dólares. 

Sin duda un triunfo internacional contra quien encabeza el sanguinario régimen venezolano. Debemos reconocer a los venezolanos allá y a los argentinos que nos dieron una mano poniendo el ojo del mundo de nuevo sobre Maduro, para advertirle que tiene las patas cortas, como decía un cantante sobre las mentiras. Un buen triunfo de la democracia continental que hacía falta en medio de tanto desbarajuste. Una alegría pequeña y grande para quienes luchamos por la libertad en Venezuela. Minimizar el hecho es propio de estúpidos. Quedará como una marca victoriosa más sobre quién tiene en el terror parte importante de la fuente de su permanencia en el poder. El cerco internacional será mayor. Avanza la Corte, avanza el Alto Comisionado. Avanza la posibilidad de captura y recompensa. Avanza el círculo que se cierra sobre quienes sojuzgan hasta por hambre a los venezolanos. Gracias Patricia y los demás argentinos que hicieron esto posible. Gracias compatriotas en Buenos Aires. Un gran grano más. Seguiremos hasta lograrlo.