De las fracciones parlamentarias |
Escrito por Luis Barragán | X: @luisbarraganj |
Lunes, 27 de Enero de 2020 00:00 |
Existe una larga y, a veces, inútil diatriba sobre la naturaleza e implicaciones de la representación política relacionada con la inevitable configuración de los grupos parlamentarios de trabajo, bloques, bancadas o fracciones específicas que realmente dinamizan a la institución por sus legítimas afinidades temáticas, ideológicas o de intereses que pugnan por agregase. Acotemos, Antonio Castagno (*), en una investigación ya de vieja data referida a la corporación argentina, aporta valiosas precisiones que ayudan un poco más a comprender el mandato nacional recibido por la oposición democrática venezolana de la que también se ha hecho un uso abusivo por partidos e individualidades, en 2015. No obstante, por siempre orbita el artículo 201 constitucional. El presente siglo no se aproxima al carácter y desarrollo autonómico o de relativa autonomía que adquirieron las fracciones parlamentarias (FP) en el anterior, respecto a los partidos o movimientos de adscripción que obligó a determinadas soluciones institucionales. La propia distribución física en los hemiciclos del Senado y de Diputados, nucleadas por la afinidad o adscripción, creyó romperla el régimen que iniciaba al pretenderla únicamente por cada entidad federal representada hacia 2000, aunque – luego – la sinceró por partidos, afianzando la polarización, desconocidas o negadas las bancadas realmente independientes, hasta acentuar la fanática compactación oficialista con la reincorporación a la cámara en 2019, contrastante con la anarquía opositora, ya que el afán de ocupar las curules dependió más de la proximidad de las cámaras de televisión que la propiamente partidista. Las FP supieron de una desigual evolución institucional, dependiendo del número de sus integrantes: a veces, con una mera jefatura y subjefatura y, otras, replicando el diseño congresional, añadiendo sendos directorios y coordinaciones, asambleas y sesiones regulares, secretaría y cuerpo de asesores de variadas especialidades, con un funcionariado técnico y administrativo. Cada FP, conformada más allá de las circunstancias, gozaba de representación, peso y prestancia en las direcciones de los partidos o movimientos de adscripción que también la hicieron objeto de reglamentación, suscitando no pocos conflictos en las entidades más complejas o sencillas, que ameritó el nombramiento de Carlos Canache Mata como jefe de los numerosos senadores y diputados de AD o, curiosamente, ratificó el divorcio entre el diputado principal y el suplente, los dos únicos parlamentarios del MEP, en clara disputa por la oficina o sede del edificio administrativo de Pajaritos, a mediados de los’80 del ‘XX. Señalemos, la FP de COPEI tuvo un interesante desarrollo que la llevó, incluso, a fundar la única y sostenida biblioteca especializada, abierta al público, en todo el Congreso de la República, escenificando una sonada asamblea que debió elegir al nuevo directorio entre las ternas encabezadas por Gustavo Tarre / Luis Corona y Paciano Padrón / Gehard Cartay, sujeta a la confirmación del comité nacional, a finales de la citada década. Hablamos quizá de la bancada que cuidó más de su tradición histórica, con altas competencias administrativas y técnicas de compararla con otras que tendían a imitarla estructural y organizacionalmente. A finales de enero de 1999, luego de la dura convivencia con la constituyente que deseó cerrarlo desde sus inicios, se extinguió el Congreso y, con él, clausuradas sus sedes, la noción misma de FP, además, acusadas de ostentosas para ocultar el sesgo antipartidista y antiparlamentario de la dictadura - paradójicamente ultrapartidista - en ciernes que celebraba a las asociaciones con fines políticos. Algún día escribiremos pormenorizadamente sobre nuestra modesta experiencia de veinte años atrás que los desavisados creyeron apenas momentánea, rota – además – las inveteradas prácticas administrativas de lo que fue el parlamento. (*) CASTAGNO, Antonio (1972) “Las bancas parlamentarias. Su pertenencia”, Editorial Astrea, Buenos Aires, 1972. Reproducción: El Universal, Caracas, 15/01/1999
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