Las fuerzas democráticas de Venezuela, los que se oponen a la dictadura y sus terribles consecuencias de hambre y maldad,

han convocado a una gran marcha este sábado 16 de noviembre de 2019. No podemos dejar de asistir con excusas que en el fondo sabemos no nos llevan a nada bueno, y ayudan por el contrario a seguir en este deprimente estancamiento. La actitud correcta es colaborar con cualquier noble acción ¡aunque parezca poca cosa! a denunciar, debilitar y derrotar el horror que padecemos por la voluntad de la oligarquía chavista. Sobran las razones para marchar este sábado, y no hay ninguna para quedarse de brazos cruzados.

Marchar este sábado es una responsabilidad con nuestro gran anhelo de vivir en LIBERTAD y en un PAÍS NORMAL. Está en nuestra naturaleza y no podemos traicionarnos a nosotros mismos. Es posible que alguno diga que en nosotros también hay un deseo de supervivencia, pero callar ante el mal es una forma de colaborar con él. Y el mal siempre termina destruyéndose así mismo, pero en este proceso arrastra muchas almas. Almas que por falta de coraje o por simple comodidad creyeron en un bien que no era más que migajas temporales de un falso bienestar. No se está pidiendo tampoco algo del otro mundo, solo ser una persistente gota que reunida con toda la gente buena de este país y en una constante acción, pueda derribar el muro de la opresión. 

Marchar este sábado es una deuda que tenemos con todos los que ofrecieron su vida en todas las acciones de protesta en contra del chavismo. ¡¿Cómo despreciar el sueño de libertad y de un mejor país por los cuales nuestros mártires dieron lo más importante que tenían!? ¡Es inconcebible! Pero también con los que padecen hambre: más del 80% de los venezolanos comen mal y un 30% comen una vez al día (la desnutrición se ha duplicado del 2016 al 2018 llegando a 6,8 millones de desnutridos según informe del 2019 de la ONU). Revisar encuestas ENCOVI. Marchar es alzar nuestra voz contra estas injusticias que no pueden seguir esperando por su superación. En mi caso no puedo olvidar a Carlos Moreno de tan solo 17 años, quien fue asesinado por colectivos en la misma concentración que yo estaba el 19 de abril del 2017. 

Marchar este sábado es ser fiel a nuestra tradición nacional civilista, republicana, liberal y democrática. Es ser parte de la civilización Occidental y su desarrollo moderno. Es ser conscientes del peso de nuestra historia, cultura, leyes e institucionalidad y valores. Es tener confianza y esperanza que todo esto renazca en nuestro presente. De esa forma podamos retornar a la lenta pero segura e indeclinable marcha de nuestra nación hacia una democracia moderna. Solo depende de asumir nuestra condición de ciudadano asistiendo una y otra vez a cada reto colectivo ¡cómo esta marcha!

Puedo entender a los que no marcharán porque tengan alguna responsabilidad laboral o de cuidado de familiares, pero lo que no puedo comprender y condeno: es la campaña indiscriminada e irresponsable contra la labor del Presidente Juan Guaidó de gente que se dice ser de oposición. ¿No se dan cuenta que le hacen el juego y ayudan a que todo siga igual? Pero también critico a toda esa legión de quejicas que viven diciendo: “¡Yo no voy a seguir marchando!” “Yo no marcho sino es con el objetivo claro de lograr que esta gente salga del poder.” Es por ello que aprovecho para agradecer a todos los que no se han rendido y que como Guaidó trabajan con todo el corazón por ese maravilloso día en que seamos libres de un modelo de sociedad que ha demostrado su fracaso histórico ¡una vez más!