Juegos de mesa
Escrito por María Isabel Párraga B.   
Lunes, 16 de Noviembre de 2009 06:34

altEn días pasados, vía mail, tomaron contacto con esta articulista dos preocupadas hermanas colombianas. La idea: crear una red de afecto entre madres, hijas y esposas a ambos lados de la frontera para tratar de frenar esta escalada guerrerista de quien quiere tener su propia confrontación para así sentirse un militar exitoso.

Como personas serias como lo son estas amigas del hermano país se tomaron como ciertas las palabras del líder cuando ordenó prepararnos para la guerra. ¿Cómo no hacerlo? Es raro, por no ponerlo en el superlativo de "extrañísimo", por no aseverar que resulta "inaceptable" el que un primer mandatario emita esta sentencia así no más, como quien habla de su lanzamiento de la "rabo e´ cochino" o canta "no soy monedita de oro" en el maratónico dominical. Un llamado así, colocándolo además en el ranking de la "tarea más importante" para militares y civiles debería ser algo pensado, repensado y machacado. De allí la preocupación de estas amigas del hermano vecino porque allí sí se tiene total conciencia de lo que implica un conflicto armado y de cómo somos las mujeres, en el afán de preservar la vida de nuestros afectos, quienes tenemos el instinto de cuidarlos a como dé lugar.

Pero es que hay conflagraciones de conflagraciones y esta, gracias a Dios, no pasa de ser un guión engavetado (por malo) de la saga "Otra loca película de guerra" en la que todo daría mucha risa si no fuera algo tan serio como la vida y la muerte, la paz del país y la imagen que da Venezuela ante el mundo.

De más está aclarar que fue este último punto el que hizo recular al comandante de esta guerra anunciada y negada (a posteriori) echándole nuevamente la culpa a los medios por una "mala interpretación" de sus palabras porque en realidad él se estaba refiriendo era a la paz. Lo que dijo lo oímos todos, dentro y fuera del país. Allí no hay una confabulación de las cámaras y micrófonos hechos en el imperio que captaron una fantasmagoría verbal producto de la rabia que le tienen a esta revolución. Lo que sucede es que sus amigos del continente y otros que no lo son arrugaron la cara. Tanto a propios como a ajenos les sonaron muy mal los redoblantes de batalla. Parafraseando aquel conocido tema "con los santos no se juega" y con la guerra menos.

Y si se trata de juegos, nos preguntamos ¿por qué no transformar el deseo guerrerista del líder en algo lúdico? Hay maravillas y no sólo en juegos de video que ahora están prohibidos sino en "versiones de mesa" de las estrategias militares. Están, por ejemplo, Risk, Batalla Naval, Combate, eso sin contar con algo mucho más elevado como el ajedrez. Si está aburrido o evasivo con la realidad aplastante de la inseguridad o el desastre de los servicios públicos, esa sería una alternativa menos dañina para todos. Hasta para él mismo, por aquello de la imagen. ¿No?

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Fuente: El Universal


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