Diez años han pasado desde la llegada de la ‘Revolución Bonita’, como en algún momento la llamó el propio Chávez. El país indiscutiblemente marchaba mal, la corrupción estaba haciendo de las suyas, la inflación comenzaba a ser una constante definitoria de nuestra economía, el desempleo igualmente tendía al alza y, en fin, los venezolanos comenzamos a sentir el deterioro en nuestra manera de alimentarnos, en la calidad y retribución del trabajo, en una salud que hacía aguas y es lo que catapulta y posibilita el que un discurso con promesas de cambio, ruptura y una gran transformación tenga cabida en un sector de los venezolanos que votó por Chávez en aquel diciembre de 1998.

Diez años han pasado y los dolores que aquejaban a los venezolanos se han multiplicado. Hoy los venezolanos padecen los estragos de la inseguridad con proyecciones de casi 20 mil muertos para el cierre del 2009, la inflación y el desempleo carcomen la economía y a los venezolanos, la salud está fuertemente deteriorada la curativa y la preventiva, Barrio Adentro fracasó y lo admitió el propio Chávez, hoy importamos más del 80% de lo que consumimos en todos los rubros, la escasez de medicinas, alimentos básicos, insumos médicos, repuestos y demás son una realidad inobjetable. Cuando Chávez llegó a la presidencia teníamos un dólar no controlado cercano a los 700 Bs. por dólar, el intercambio comercial con Colombia era prácticamente, simétrico no como hoy 87 a 13.

Lo más reprochable que es plata es lo que le ha sobrado al actual Gobierno, tanto así que ha dilapidado parte de los 990 mil millones de dólares de ingresos en una década, en muchos países a los que se les asiste, otorga y exonera créditos, maquinaria, petróleo, tecnología, armas, en fin, hay para todos y en cantidad, mientras los venezolanos cada día tienen menos ingresos, menos salud, menos trabajo, y cada día son asesinados. En fin, la tragedia nacional es esa, tener un Presidente que no pudo mínimamente producir un cambio, no sólo no pudo modernizar al país y lo hizo retroceder, sino que la corrupción aumentó, es pareja como la incapacidad, la ineficiencia y la burocracia.

La ciencia económica y política ha trabajado sostenidamente para inferir cuáles son las medidas, decisiones y performance que contribuyen al crecimiento y cuáles lo impiden o hacen que los países retrocedan en su nivel de vida. Pero los economistas y politólogos también avanzaron en otro campo que se ha denominado la economía y las instituciones, política económica o economía institucional En esa área del saber han advertido cuáles son las condiciones institucionales que conducen a los países al crecimiento.

La economía ya no se conforma con decir por qué los controles de precios son perjudiciales o por qué la propia emisión monetaria (inorgánica) crea inflación, sino que ahora concentra sus esfuerzos en definir el contexto institucional necesario para que las medidas produzcan mayor bienestar en la población. Venezuela, lamentablemente, ha conformado un diseño institucional no adecuado al siglo XXI, una burocracia pesada para el Estado y de muy bajo desempeño, y un marco jurídico fundamentalmente leyes orgánicas regresivas y desfasadas, que unido a su clase política conforman el principal limite al desarrollo y progreso, constituyéndose en una tragedia nacional, paradójicamente teniendo las mayores reservas de petróleo y gas a nivel mundial.

(*): Profesor de la Universidad de Los Andes