Seguridad y secreto de Estado, vs. publicidad
Escrito por Armando Orocopey   
Miércoles, 30 de Septiembre de 2009 05:45

altDurante la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, los medios de comunicación estuvieron secuestrados por el aparato represivo del régimen, quienes para garantizar que la información que los medios fuesen a difundir, y por una cuestión de “seguridad y secreto de Estado”, fuera contraria a la voluntad del tirano dispuso en cada sala de redacción existente, a agentes de la Seguridad Nacional llamados “censores”, cuya única tarea consistía en leer el contenido de lo que se iba a editar para luego otorgar el respectivo permiso de difusión.

Eso fue durante la dictadura perezjimenista, porque en “la larga noche de los 27 años” que duró la dictadura de Juan Vicente Gómez, en los escasos medios de información que circulaban para la época en Venezuela no se hablaba de política, bajo el argumento de que “eso tenía ser así por una cuestión de seguridad y secreto de Estado”.

Como hoy, en pleno ejercicio del gobierno supuestamente democrático, presidido por el teniente coronel oriundo de Barinas se pretende controlar nuevamente a los medios de información por una cuestión de “seguridad y secreto de Estado”, he considerado un ineludible deber hacer el siguiente comentario. Inevitablemente aparejado al objetivo de alcanzar la mayor seguridad posible, está el recurso del secreto. El secreto es consustancial a la esencia del Estado y por eso Norberto Bobbio lo vincula con perspicacia a la razón de Estado; pues en un ambiente internacional en el que los Estados se ven obligados compulsivamente a competir entre sí y en el que la cooperación, la paz y la mutua confianza se dan subordinados a la hipótesis de un potencial conflicto entre ellos, es obvio que la seguridad depende en gran medida del secreto. Por que el secreto militar; sobre todo en el área de la inteligencia estratégica, comporta en sí y en general, el secreto de Estado dentro del cual se inscriben los componentes fundamentales de la naturaleza y el funcionamiento de los Estados; cualquiera sea su forma, y ello nadie lo pone en duda, porque así como para el Estado es indispensable el secreto, para la democracia lo es también, la absoluta publicidad y transparencia, por que la libertad total de acceder a la información sobre los asuntos públicos es necesaria para la práctica democrática. Y si no, ¿cómo pueden los ciudadanos opinar, dialogar y decidir acerca de las cuestiones que atañen a su destino individual y colectivo o participar, si no se tiene la opción irrestricta de hallarse bien informado sobre todo lo que lo afecta?, y en este punto al igual que en otros aspectos, coincidimos en que la democracia no puede aceptar las excepciones, los términos medios, o las razones de seguridad, pues si se abre la puerta a la excepción, ¿quién decide lo que ha de permanecer en secreto? Y es allí, en donde amargamente tenemos que referirnos a quienes en defensa de la democracia argumentan contra el secreto, pero al mismo tiempo aceptan que éste es necesario para ciertas actividades del Estado; principalmente aquellas que se relacionan con la seguridad de Estado, porque desde esa perspectiva suelen alegar que el secreto sólo se justifica para algunas de estas actividades, dando a entender que, por su carácter limitado, no es incompatible con la democracia.

Pero en contrario, nosotros pensamos que esa es una posición peligrosa para la democracia, ya que la cuestión no es de cantidad sino del tipo de decisiones y actividades sujetas al secreto; pues nos preguntamos, ¿de qué serviría el que todas menos una (por ponernos el caso más extremo) de las actividades y decisiones de Estado fueran públicas, si de esa única excepción, dependiese la existencia misma de la vida de los ciudadanos? En fin, la publicidad y la transparencia más absolutas son irrenunciables en la práctica de la autenticidad democrática, al punto de que a esta correspondencia se le puede aplicar el mismo principio fundamental que Kant aplicó a la justicia “Todo aquello que no pueda ser hecho público, será ajeno a la democracia” ...Y por ahí seguimos..!


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