El arranque oficial de la campaña electoral del oficialismo con miras a los eventuales comicios legislativos del 2010, u otras “consultas”, tuvo lugar durante en el acto de “relanzamiento” del Banco de Venezuela, el pasado lunes 21 de septiembre. “La promesa esencial”, más o menos la bolivarista de siempre: real para la calle, dólares para Cadivi, créditos al mayor y al detal, plata del gasto público para aceitar la resquebrajada economía nacional...

Y digo “eventuales comicios legislativos” porque aún no se sabe a ciencia cierta si serán convocados. De acuerdo con los lapsos constitucionales, no debería haber duda alguna. Pero ya sabemos que en el reino de esta “revolución” la letra de la Constitución tiene una vigencia condicionada a la conveniencia política del señor Chávez.

También era de orden constitucional la realización de las elecciones municipales en el 2009, y el CNE las “aplazó sin fecha” y, lamentablemente, tan crasa violación pasó por debajo de la mesa, incluso por responsabilidad interesada de varios partidos de oposición.

El plan rojo-rojito podría ser el siguiente: vamos a meterle billete a la economía -ahora que los precios del petróleo han mejorado y que seguimos endeudando al país- a ver si los numeritos de las encuestas mejoran. De ser así, entonces en los inicios del 2010 se tomará la decisión sobre si van o no las elecciones legislativas. En el caso de que con todo y los realazos, los numeritos se presenten ominosos o apretados, entonces acordaremos alguna alternativa y ya nos encargaremos de mercadearla.

Por otra parte, si los guarismos se presentaran auspiciosos, hasta cabría el supuesto de alguna otra “consulta constitucional” para acomodar el texto de la Ley Fundamental a las leyes “revolucionarias” que se han venido dictando a contravía de la Carta Magna. Es decir, la cola mordiendo al perro.

Un proceder típico de las satrapías que manejan la formalidad de las instituciones y la botija fiscal a su entera y discrecional voluntad. Así lo hace Mugabe en Zimbabue o Lukashenko en Bielorrusia. La Constitución y las leyes, por tanto, quedan como meras referencias del verdadero y fáctico poder del mandamás.

A todas éstas, ya la legislación electoral fue entallada al gusto de la Sala Situacional miraflorina, y la única forma de contrapesarla es a través de la ansiada “unidad perfecta” de los sectores opositores. El debate al respecto ya comenzó bajo la tutoría de la Mesa Unitaria, pero las querellas propias de la variopinta oposición nacional no han cesado sino acaso incrementado en decibeles, lo que como dice el viejo refrán: no mejora nada al enfermo...

La bitácora electoral, o para decirlo con propiedad y rigor: seudo-electoral, del régimen de Chávez ya está en fase de preparación. El conjunto de la nación que se le opone aún espera que la dirigencia política se ponga de acuerdo en una estrategia común. El tiempo apremia y el chorro de petrodólares, también.

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