Los imprescindibles y los héroes
Escrito por Antonio Sánchez García | @sangarccs   
Lunes, 28 de Septiembre de 2009 09:27

altBert Brecht fue el resistente alemán que reconoció varios grados de importancia en las filas de los combatientes por la justicia y la libertad en condiciones extremas, como las que hoy sufrimos los demócratas venezolanos: los que luchan un día, los que luchan meses, los que luchan años y los que luchan toda la vida: éstos, dijo en uno de sus más bellos poemas,  son los imprescindibles. 


Dos de nuestros imprescindibles sufren hoy las consecuencias de su combativa incorruptibilidad y su acerada disposición a rehuir fatigas y descansos en su lucha por la libertad: Richard Blanco y Oscar Pérez. Uno se encuentra en Yare, sufriendo los rigores de la represión dictatorial. El otro en Lima, conociendo el peor de los castigos para un hombre libre que haya hecho de la vida pública la senda de su realización: el destierro. Ostracismo le llamaron los atenienses a esta forma de castigo, equivalente a la muerte política, la peor de las muertes para un demócrata griego.


También es a Brecht a quien le debemos una de las más dolorosas constataciones en tiempos de persecución y fascismo, como el que hoy vivimos en la Venezuela de la decadencia. En esa lucha tienden los hombres buenos, llevados por su impulso vital, al máximo sacrificio, el de sus vidas. Y encandilados por sus acciones, no faltan aquellos que creen que sólo con acciones heroicas y el sacrificio mayor es posible combatir la maldad y lograr el triunfo del bien.


Se equivocan. Y Brecht lo sabía. El heroísmo es hermoso y deja una huella imborrable. Pero más útil que el heroísmo es la constancia. Más fructífera es la perseverancia. Más importante es la astucia. Más esencial es la sobrevivencia. Más productivo el anonimato. Más generoso, el trabajo. Más indispensable, la vida. Más necesario, el trabajo en equipo. Pues como bien lo decía el mismo Brecht: mil ojos ven más que dos ojos. Es la urgencia de contar con los partidos.


El momento culminante de las enseñanzas con que Brecht pensaba influir en la lucha de la resistencia contra el fascismo lo expresa en una de sus obras más conmovedoras: Galileo Galilei. Sale abrumado el sabio veneciano luego de abjurar ante la Santa Inquisición. Y cuando pasa a su lado, el fanático ayudante que tanto lo admira exclama: desgraciado el país que no tiene héroes. A lo que Galileo responde con una voz apenas audible: No. ¡Desgraciado el país que los necesita!


Venezuela necesita ciudadanos emancipados, no héroes. Mujeres y hombres decididos a resistir el embate de la maldad y la ignominia de un régimen forajido, no semi dioses que alimenten nuestras frustraciones. Y por sobre todo: necesita la vida de todos sus hijos. Preservarla es nuestra mayor responsabilidad, pues ellos son nuestra única riqueza. 


Que cada quien, en la soledad de su conciencia, decida el camino a seguir y la intensidad de su entrega. Todos somos útiles, todos somos necesarios: No importa dónde. No importa cuándo. Dios nos libre de tener que socorrer a nuestra patria con el precio de nuestras vidas. Desgraciado el país que necesita héroes.


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