Al parecer, Obama ha decidido dejar el cuidado de su patio trasero al obrero metalúrgico que se hizo con el gobierno del Brasil. Ratón cuidado queso. Y en el colmo de la incompetencia y el descuido, pedirle al mismo Lula que mantenga en vereda al teniente coronel golpista. La carne a los buitres. Observar la troika de los lobos feroces de la política imperial hemisférica ˆ Chávez, Lula y Obama ˆ regodeándose sobre lo que pretenden despojos de la democracia hondureña causa, cuando menos, repulsión y asombro.

El departamento jurídico de la Biblioteca del Congreso Norteamericano, a instancias de una solicitud de esclarecimiento de la situación hondureña por parte de algunos congresantes, ha llegado a una conclusión indiscutible: desde un punto de visto estrictamente jurídico y constitucional, la destitución de Manuel Celaya no sólo está ajustada a derecho, sino que se ciñe estrictamente al cumplimiento de los preceptos constitucionales hondureños. Más claro, imposible. La destitución de Zelaya no puede, en consecuencia, ser considerada inconstitucional, ni los hechos que culminaran en el nombramiento de Micheletti considerados bajo la óptica de un golpe de Estado. Considera en cambio ese mismo informe, que la salida de Zelaya violó las normas constitucionales y debe ser reparada mediante un sencillo expediente: decretar una ley de amnistía a todos los involucrados, permitir la salida de Zelaya de la embajada en que se encuentra y permitirle retomar sus actividades como ciudadano de plenos derechos, permitiéndole participar incluso del proceso electoral, siempre y cuando ajustado a los preceptos constitucionales. Caso contrario,  debiera ser detenido y enjuiciado por desacato. Fin de la historia.

Eso es, al menos, lo que cree el congresista republicano Aaron Schock y quienes respaldan su iniciativa. Se equivocan en su buena fe: el problema hondureño no tiene nada que ver con la constitución, la vigencia y legitimidad de sus preceptos y el ordenamiento jurídico. Tiene que ver con su institucionalidad democrática, que de acuerdo a la voluntad del teniente coronel Hugo Chávez, verdadero deus ex machina de la crisis hondureña y titiritero del Sr. Zelaya, debe ser hecha añicos para permitir la entronización del sátrapa hondureño, avanzando así un paso más hacia el control de Centro América por parte del proyecto totalitario castro-chavista.

Que en esa movida participe Lula da Silva no tiene nada de extraño. Fue, junto a Fidel Castro,  el partero del llamado proyecto bolivariano a través de su Foro de Sao Paulo, está decidido a reforzar la hegemonía del castro-chavismo en América Latina, en comandita con su asesor internacional, el trotskista Marco Aurelio García ˆ jefe de la Cuba-Venezuela-Brazil conection ˆ y pronto a dejar el gobierno y entregárselo a la social democracia brasileña en la figura de Jose Serra, actual gobernador de Sao Paulo, parece decidido a endurecer sus posturas y dejar a un lado su máscara democrática. Es la cayapa del Foro ejerciendo sus ambiciones hegemónicas.

Que a esa cayapa se sume Barack Obama, no puede menos que asombrar a los desprevenidos y confirmar los temores de quienes lo vieron siempre como el nuevo Jimmy Carter de la política norteamericana. Puede, en efecto, ser tan ingenuo y/o estúpido como el manisero de Georgia y sumarse a los depredadores del golpismo latinoamericano, creyendo hacer un sano ejercicio de democratismo multinacional.

Al parecer, ha decidido dejar el cuidado de su patio trasero al obrero metalúrgico que se hizo con el gobierno del Brasil. Ratón cuidado queso. Y en el colmo de la incompetencia y el descuido, pedirle al mismo Lula que mantenga en vereda al teniente coronel golpista. La carne a los buitres. Se reventará sobre el macadam de la política norteamericana en muchísimo menor tiempo de lo que lo hiciera Jimmy Carter. Habrá que preguntarse si detrás de su elocuencia palpita la incapacidad de caminar y mascar chicle al mismo tiempo. Comenzamos a dudarlo.