Fantoches con cuerpo de gente. Payasos con sonrisas quemadas y filibusteros con almas piratas. Decir algo mejor que eso es alabarlos. Gobiernito mediático cuyas dislocadas decisiones se van al aire en conversaciones de televisión en medio de la más desastrosa improvisación. Profesionales de la inventiva, que van por la vida moviendo este país por lo que creen, escucharon o leyeron en una desgastada enciclopedia del siglo pasado. Así pretenden mejorarnos.

Los nuevos fracasos tapan otros fracasos y no encuentran como generar éxitos. No terminamos de hacer fracasar a Barrio Adentro, cuando ya traemos más cubanos para perpetuar ese gran fracaso. No arrancamos ninguna de las tres refinerías venezolanas, pero prometemos construir una en África. Nos agota la incapacidad para resolver nuestro problema de seguridad, que el fin de semana pasada dejó más cuarenta muertos en Caracas, casi atropellando las palabras del Ministro que afirmaba horas antes –sin estadística alguna de soporte- que las muertes violentas habían disminuido cuarenta y siete por ciento. Bufonadas que horadan lo profundo de nuestro gentilicio. Historias para pobres de espíritu y cortos de vista. El más purista de los estilos informativos “cubanoides” que usan para engañar al colectivo.

Así pasan los días, las semanas y los tiempos de esta destruida patria, enrojecida por los tutores de la mentira que acumulan errores en cada nueva acción. Escuchar a los ministros es todo un poema. Siguen el libreto conductual cuando verbalizan, pero actúan en la dirección contraria al socialismo que nos venden de boquilla. Buena vida, acumulación de riqueza más “ricardiana” que  la que se lee en los libros y una absoluta incapacidad para hacer algo por este pueblo. Las mentiras y los desaciertos flotan a la vista de todos, por más trabajo que hagan para ocultarlos.

Allá rodaron aquellos grandes proyectos cuyas piedras fundacionales enterraron con bombos y platillos. Allí yace la destrucción de los dineros de la nación que dedicaron a pagar –comisiones incluidas- los caprichos de este agricultor mejorado que funge de presidente. Inteligente, con buena memoria, sagaz y muy bien hablado, pero carente de una visión de estadista e inmerso en una ensalada ideológica que sólo el entiende y que produce exclusivamente malos resultados. Un país entero reclama resultados y no encuentra el camino para lograrlos. No construye viviendas, aumentan los robos, las muertes y la violencia, no mejora el sistema de salud y nos mete a la fuerza una ley de educación al tiempo que las escuelas siguen en la más ruinosa de las condiciones. Chávez no sabe gobernar.

Yo le sugiero a Chávez que se compre un juego de Monopolio. Si usted no sabe jugar Monopolio y ganarle a su vecino de mesa, menos podrá administrar los recursos de un país y generar riqueza. Se acaba su tiempo y lo estamos esperando en la salida para cobrarle los errores. Su arrogante personalidad no posee la humildad para reconocer el tamaño de la torta que esta poniendo. Pasará por “go” sin cobrar los respectivos doscientos. La cárcel está en una esquina del juego, esperando por los presos.