El precio de las armas
Escrito por Diego Lombardi   
Martes, 15 de Septiembre de 2009 06:18

altLa canasta básica para 760.000 personas; más de 160.000.000 de kilogramos de carne que beneficiarían a más de 5.500.000 personas; alrededor de 850.000.000 de litros de leche que podrían beneficiar alrededor de 30.000.000 de personas; poco más de 670.000.000 de kilogramos de pan que alimentarían a poco más de tres decenas de millones de personas; alrededor de 15.000 viviendas de interés social; o, más de 200.000 empleos con sueldo mínimo por un año. Estas son algunas de las cosas que el país dejará de tener por la compra de armamento en el orden de los 500 millones de dólares; en otras palabras, este es el precio de las armas que recién se acaban de negociar con la vieja Unión Soviética.

Desde el 2005 se estima que el país le ha comprado a Rusia 4.400 millones de dólares en armamento, lo que multiplicaría por cuatro los datos antes presentados; por ejemplo, con ese monto se pudieron haber generado cerca de un millón de empleos en el país. O tal vez se pudieron haber construido unas 120.000 viviendas que beneficiarían directamente alrededor de más de medio millón de personas, sin contar los empleos que generaría su construcción.

Estos datos se pudieran seguir ampliando, basta con tomar el valor en bolívares de la “inversión” en armas hecha por el gobierno venezolano y luego dividirlo entre el precio que se paga por algunos productos, el resultado será la gran cantidad de bienes que pudieran adquirirse (a precio de mercado). Desde alimentos, hasta la construcción de viviendas, pasando por la generación de empleo, son cosas que ya no se podrán tener dada esa “inversión”. Esta afirmación descansa sobre un concepto básico de economía, el denominado “costo de oportunidad”, que no es otra cosa que todo aquello que se deja comprar (o hacer) por el uso de un recurso en otra alternativa. Así, por cada minuto que una persona dedica a hacer algo, está dejando de hacer otras tantas cosas. Lo mismo ocurre con la economía nacional, por cada bolívar que se destina a algo, ese mismo bolívar se está dejando de utilizar para otros fines.

Con esto en mente surgen las preguntas, ¿es más importante armarse para una “guerra” que antes resolver los problemas cotidianos de la población?, ¿en cuánto mejora la calidad de vida de los venezolanos tener algunos tanques, submarinos y camiones de guerra adicionales?, ¿es la prioridad para el país participar en una carrera armamentística? Estas son preguntas que se hace una persona que, sin conocer la realidad militar, no ve de forma clara como estas adquisiciones son más importantes que atender otros aspectos sociales, como por ejemplo la generación de empleo o el acceso a alimentos.

Un problema adicional con esto de la compra de armamento es que alarma, y presiona, a otros países de la región, obligándolos a su vez a protegerse y armarse aún más. De esta manera se comienzan las “carreras armamentísticas”, en las que al mirar con desconfianza a un vecino que se arma la respuesta natural es armarse también. Ya Brasil acaba de comprar armamento por 12.000 millones de dólares, tal vez los demás países empiecen a mirar sus inversiones en armamento también. Mientras tanto, la región en general, y Venezuela en particular, continúa sin resolver sus problemas de pobreza, falta de empleo y de alimentación. Ojalá esta sea una carrera corta y la compra de armas no llegue a ser una prioridad de nuestros gobiernos.

(*): Director del IZEPES


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