Engaño armamentista
Escrito por Editorial El Nacional   
Lunes, 14 de Septiembre de 2009 08:22

altEl Presidente regresó de una larga, costosa y publicitada gira por varios países y un par de continentes. Contrario a lo esperado, no se dedicó a proclamar sus victorias contra el imperialismo yanqui y la Casa Blanca, sino a anunciar que los rusos le dieron un préstamo para comprar tanques y misiles, y quién sabe qué otras sofisticadas tonterías, para combatir la invasión que Obama o los generales de Estados Unidos deben estar preparando para los próximos meses o el año que viene.

El voluminoso crédito ruso por más de 2,2 millardos de dólares está destinado no a proteger a Venezuela porque, como bien lo dijo el presidente peruano Alan García, todo el petróleo que produce Pdvsa va hacia Estados Unidos, y la Casa Blanca no va a invadirnos para obtener lo que le llega por las buenas.

Tampoco ese crédito multimillonario, concedido para comprar los obsoletos tanques y misiles rusos, va dirigido a proteger los intereses venezolanos en las nuevas explotaciones petroleras de la faja del Orinoco o de los campos de gas recién descubiertos.

La razón es muy sencilla, y hasta un niño de cuatro años lo percibe lúcidamente: todos los contratos de exploración y explotación que se desarrollan en esas zonas están amarrados firmemente con otros países muy poderosos, como China, Rusia y Francia, y otros que no lo son tanto, como España, la India y Brasil.

Pero hay otro detalle: empresas de Estados Unidos son socias de Pdvsa en la faja y en la exploración de gas. Así que los generales estadounidenses no van a bombardear e inutilizar las compañías de su propia gente. Si así lo hicieren, desmentirían en el acto lo que afirma el propio jefe de la revolución bolivariana, cuando dice que todos los presidentes gringos son caimanes de un mismo caño.

Lo cierto es que desde hace diez años, la revolución bolivariana ha parcelado y vendido en plano las zonas petroleras y gasíferas venezolanas más prometedoras, y con ello, a la chita callando, le han cedido a los capitales extranjeros de todo el mundo la principal riqueza nacional.

Hoy no existe un solo desarrollo petrolero o de gas en el subsuelo venezolano que no dependa ­en un determinado y oprobioso tanto por ciento (no importa cuánto porque da lo mismo)­ de empresas de otro país, algunos de ellos hipercapitalistas salvajes, como es el caso de Rusia o de China (que no respetan las leyes laborales), o de la república socialista de Vietnam, señalada como explotadora del trabajo infantil. Y es que, como sabemos, para la revolución bolivariana el olor del dinero no significa nada.

La llamada Venezuela soberana y digna, que Miraflores utiliza como consigna para perfumar sus negocios sucios, no existe hoy.

La nación venezolana está convertida en un inmenso condominio petrolero y de gas que es, supuestamente, de Pdvsa y, a la vez, pertenece a un variopinto club de inversionistas extranjeros. ¿Se van a invadir y bombardear ellos mismos? ¿Van a destruir sus pozos e instalaciones?


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