Los periodistas estaban todos en la sala Visconti del hotel Des Bains en Venecia. Oliver Stone se paseaba orondo de un lado a otro, exhibía un halo de orgullo como un pavo real que pasea atrevidamente su cola en la espesura. Stone, el productor de Wall Street, Platoon y guionista a veces en otras películas como Conan el Bárbaro conjuntamente con el escritor británico-paquistaní Tariq Ali y guionista asistente de Al sur de la frontera, el documental sobre el surgimiento de los movimientos de izquierda en Sudamérica, le decía a los comunicadores que les tenía una sorpresa. Que un gran invitado venía a ver el estreno de su cinta. Mientras tanto, el presidente Chávez, abusando una vez más de su poder y despilfarrando el dinero de todos, volaba contento hacia Italia, para verse a sí mismo en la pantalla del país de Berlusconi. Por cierto, Chávez no dijo nada acerca de la política italiana. No sólo el Presidente no tenía permiso de la Asamblea Nacional para viajar a Italia. Bueno, sabemos que el mandatario no le para ni medio centímetro a la Asamblea, pues con ella y sin ella hace lo que le viene en gana. Sería una ilusión tonta pensar que algún diputado del sector mayoritario tenga el suficiente guáramo para reclamarle al Presidente un viaje no autorizado. Además de burlarse del poder legislativo, esta ida al cine le costó a la República de Venezuela aproximadamente 60.000 dólares, entre pasajes, gasolina, alquileres, viáticos, hoteles, comidas y regalos, pues aunque ustedes no lo crean Miraflores llevó costosísimos regalos para productores, guionistas y actores del documental. Al cambio de permuta estamos hablando de 360 millones de bolívares viejos. Stone le reclamó al diario El País de España su trato a Chávez, diciendo que es el periódico más negativo ante la nueva realidad de América del Sur.

Cuando se le preguntó qué pensaba del cierre de emisoras y de las amenazas de nuevas clausuras, el director, altisonantemente, dijo: "Allí no se cerró nada, simplemente eran emisoras que no cumplían los requisitos legales".

Todo ello sucedía en el mundo mágico del cine, Chávez convertido en actor. Que el Presidente sea un amante del cine es cosa nueva, pues en ninguno de los programas de televisión o radio ha hecho gala de poseer cultura cinéfila, pero de allí a que manifieste una manía por verse entre actores y productores habla de un ego incontrolable. Por Caracas se han paseado varios actores, que no lo duden, amigos lectores, cobran completo, y hasta la mismísima Naomi Campbell estuvo por allí sin que se supiera exactamente en qué hotel estuvo residenciada. Cada cierto tiempo una figura hollywoodense se pasea por Caracas alimentándole exponencialmente la imagen grandilocuente que tiene el Presidente acerca de sí mismo.

Chisme 1. Brasil acaba de firmar un convenio multimillonario con Francia, superior a los 16 millardos de dólares, para la compra de armas de todo tipo. Aire, mar y tierra.

Aviones, helicópteros, tanques, submarinos (incluso el primero atómico para Amórica Latina) con un contrato de ayuda mutua, de investigación conjunta de intercambio de experiencia que ya quisiera Colombia firmar para sí con Estados Unidos. Lula convierte entonces a Brasil en una potencia que por sí sola tiene más poder de fuego que todo el resto de Suramérica junta.

Chisme 2. El presidente Chávez anunció un convenio con la República de Irán en materia de gasolina. Le estaremos vendiendo a partir de octubre la cantidad de 20.000 barriles diarios de gasolina; el problema reside en que nosotros tendremos que, por otra parte, comprar esos mismos barriles a Brasil dado que de exportadores netos de gasolina ahora pasamos a ser importadores netos.

Chisme 3. En España, Inglaterra y Japón los gobiernos y la oposición desarrolla un programa conjunto para el mejoramiento de la educación y colocarla a los niveles más altos del mundo. Una clara diferencia con Venezuela.

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