La farsa del viaje es la misma de la guerra inevitable por las bases militares. Con la primera se ocultó la visita a un evento capitalista en Venecia; con la segunda se asegura la compra de armas y equipos militares sin licitación pública. Ambos eventos confirman que los comunistas mienten, que sienten la pisada de un animal grande, llamado democracia, a sus espaldas.

Perdieron la confianza, agotaron los recursos pacíficos, lucen confundidos, sin encanto y sin magnetismo para atraer al pueblo democrático. La clase gobernante comunista expele un inconfundible olor a azufre, el mismo con el que entalcaron a George Bush.

Ahora con el sol a la espalda, los más diversos estudios de opinión confirman que el comunismo es apoyado por solo 2% de los encuestados; 96% rechaza el modelo socialista cubano; quedó al descubierto que lo más popular en Venezuela es la propiedad privada (98%); está claro que el núcleo chavista duro es de 16%, pero solo el 6% ven los canales Telesur, VTV y TVES.

Los principales encuestadores coinciden en afirmar que el valor confianza es ya una guerra perdida para el presidente, más del 62% lo señalan como responsable directo del desastre económico y problemas de inseguridad, desempleo, salud. Del encantador, queda la serpiente del Terrorismo de Estado.

La represión a la marcha del 22 de agosto tuvo un antecedente que pasó por debajo de la mesa. La aprobación de la LOE estaba prevista para un martes que coincidió con la visita de la Presidenta de Argentina, la AN lo pospuso para el jueves siguiente y la aprobó a media noche. O sea, nada de terrorismo de estado cuando HCH está en negocios de Estado. Ahora se repite la táctica con Chávez en la dulce vida en Venecia, no hubo represión con bombas españolas a la marcha del sábado.

Del viaje a Venecia quedó la lección: los bolicomunistas no son nacionalistas, para nada sacrificios, todo lujo y derroche. Compiten, con la plata que le niegan a los pobres, por perfumes franceses, corbatas italianas y trajes cortados a la medida de etiqueta capitalista. ¡Caviar y champagne! Por cierto, si Evo, Correa, Gadafi, entre otros, visten las ropas tradicionales de sus países por qué Chávez dejó de usar el liquilique. No vimos tampoco a las damas acompañantes con el traje típico venezolano. El comunismo nacionalista bolivariano es pura paja, todo corrupción y derroche.

No hay duda que el venezolano tiene muy claro quiénes son, cuanto son y dónde están. Los comunistas que gobiernan constituyen una banda organizada que se rotan los cargos y están donde están los reales y todo lo quieren. Mienten y manipulan todo el tiempo.

Chávez no pudo engañar, ni a los venezolanos ni a la comunidad internacional, con la llorona de la guerra. El regreso a la democracia requiere de un gran esfuerzo y unidad, por fortuna el liderazgo político empieza a tener claro el horizonte, pero no queremos pendejos que se dejen engañar ahora que de nuevo somos mayoría.