Vendo góndola en buen estado
Escrito por Enrique Pereira   
Martes, 08 de Septiembre de 2009 09:18

altNuestro Marco Polo criollo fue a Venecia a recordar a sus navegantes antepasados. Llega allí después de un periplo por una sarta de países en los que dice haber firmado convenios muy importantes. Cursos de repostería nuclear y de carpintería atómica, recibiremos en intercambio de nuestras energéticas dádivas.   No llevaba sedas y especies, pero la maleta cargada de petrodólares para esos placenteros días en que su ego recargará las pilas. Tal vez regrese con un contrato firmado para montar una fábrica de góndolas para usarse en el lago de Maracaibo. Verse en la pantalla grande insufla nuevos aires a su permanente locura y firmar autógrafos lo hace sentir más cerca de Bruce Willis que de su bolivariano antecesor. Stone ríe a quijada batiente al tiempo que cuenta los verdes recibidos. Viva la revolución. Ser rico es malo. Quien tiene avión privado debería tener también una góndola veneciana.

Regresará justo a tiempo para preparar los detalles de la cumbre que reúne a los países suramericanos y africanos, en la Isla de Margarita. De cumbre en cumbre, para usar sus palabras. La tuvieron que mudar de Caracas a la isla pues ya saben lo que les tocaría enfrentar en tierra firme. La mueven una semana adelante, para que no coincida con el regreso a clases. Diosdado mueve sin cesar el trapo rojo de Globovisión para que olvidemos la ley de educación y los sesenta muertos del fin de semana. El presidente le debe un pésame a la esposa del Coronel Hector Trade, asesinado a mansalva por unos secuestradores este fin de semana. También les debe un pésame a las otras cincuenta y nueve madres y esposas que velaron a sus muertos al tiempo que el responsable de esta anárquica violencia se paseaba en las góndolas venecianas, escribiendo su biografía en vivo, usando los dineros de la patria. Estas muertes son sólo una percepción de inseguridad y un deseo febril de los medios de hablar de una violencia que nuestra defensora del pueblo califica de virtual, inducida pues, para no meterme en vainas difíciles de explicar.

Septiembre se irá de nuevo, como se ha ido diez veces antes, sin que esta revolución nos enseñe una mejora proporcional a los dineros gastados. Atrévase a volar con Conviasa, a la que se han cansado de inyectar dinero por años y descubrirá la ineficiencia de una revolución que destruye fabricas, bancos, cementeras, industrias petroleras, de acero, de aluminio, así como fincas y operaciones agroindustriales. No existe una sola… escuche bien una sola empresa que hayan tomado, que esté mejor que cuando la recibieron. Lo único que saben hacer bien  es expropiar, abusar, sustituir, decretar y someter, como si esos fueran los verbos que construyen a un país.

Las clases están por comenzar y muchos padres descubrirán que el dinero que debían haber usado para reparar la escuela a la que su hijo asiste, no estaba allí para mejorar la infraestructura de ese recinto. Ese es el dinero que la revolución repartió a manos llenas, para venderse por el mundo entero, de igual manera que hiciere el imperio español quinientos años atrás. Agotan las joyas de la corona en tratar de sostener esta gran mentira en una extraña alianza con otros dictadores. Venezuela reclama trabajo y dinero puertas adentro, en lugar de esta maniaca y febril actividad para hacernos ver como un experimento exitoso, al tiempo que nos arropa la anarquía, la violencia y la miseria.

Enrique Pereira


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