Atrévete a cuestionar la autoridad, atrévete a exigir respeto a tus derechos, atrévete a protestar por la desatención de los problemas cotidianos, como: los apagones, la inseguridad, el costo de la vida, las deficiencias del sistema de salud, la falta de viviendas, la sequía permanente en las tuberías de barrios

Protestar no es delito, así dice un grafiti pintado en una pared en la Avenida Carabobo que acabo de leer, nunca ha tenido más vigencia como ahora esa consigna, la del título, usada en la campaña presidencial de 2006. Los que diseñaron la estrategia democrática que se inició con la decisión de participar en aquellas elecciones comprendieron a cabalidad las características del régimen que nos oprime y prefiguraron su comportamiento hacia el futuro.

Dos cosas definieron; la lucha democrática pacífica, pero activa, donde lo electoral es un elemento más y la necesidad de enfrentar la utilización del miedo por parte del régimen como elemento inmovilizador de la población.

Atrévete a cuestionar la autoridad, atrévete a exigir respeto a tus derechos, atrévete a protestar por la desatención de los problemas cotidianos, como: los apagones, la inseguridad, el costo de la vida, las deficiencias del sistema de salud, la falta de viviendas, la sequía permanente en las tuberías de barrios, pueblos y urbanizaciones, además del funcionamiento de los servicios públicos, etc.

Una cosa queda clara para la dirección política opositora, la tarea no es de corto plazo y no hay que dejarse llevar por el apuro, estrategia, paso firme, perseverancia, firmeza y nada de aventuras, son elementos indispensables para coronar el éxito.

El jefe del régimen tomó un camino, no democrático y equivocado a mi modo de ver, porque lo lógico es que las quejas y las protestas en un país normal sean enfrentadas con soluciones y no con gas del “bueno”, que el malestar de la población sea canalizado hacia la satisfacción real de la necesidad y no con retórica discursiva evasiva, desconocedora de la realidad o desvirtuadora de la misma, el pueblo espera que los problemas se enfrenten, se atiendan, se solucionen.

Recuerden ustedes que Chávez siempre en momentos de debilidad, apela a la polarización como mecanismo de escape para distraer la atención de los problemas reales de los venezolanos.

Un ejemplo de ello es que cuando en su propio programa de televisión queda al descubierto el ruleteo de las parturientas por los hospitales de Caracas, él se inventa una crisis internacional, cuando el crimen, la inflación y la corrupción se mantienen a flote, entonces se pierde del país por varios días, visitando cuanto crápula gobierna pueblos sometidos por regímenes dictatoriales que son en la práctica, el modelo que él aspira para Venezuela.

Un pueblo sometido es perfecto para su ambicioso plan de perpetuarse en el poder, para ello apela a la represión, a la persecución, al miedo, a la amenaza, al insulto, a la división, a la criminalización del contrario.

Entiendo que hay odio de lado y lado, se olfatea, se siente, se percibe. La agenda es reducirlo, no alimentarlo más, es indispensable unificar el país en términos de su futuro, de sus puntos de encuentro, de su visión común.

A los rojos él se encarga de energizarlos alimentando el odio contra el adversario, lo viví ayer en una actividad de calle, un señor mayor, al darse cuenta que el texto en el volante que le entregué era una crítica al gobierno, vomitó en mi cara los mismos insultos que su líder negativo vocifera (pitiyanqui, traidor, vende patria, etc., etc.) cada vez que abre la boca, me pareció que el ventrílocuo Chávez hablaba usando el cuerpo del anciano.

Fuente: La Prensa de Barinas