Los  doce periodistas de la Cadena Capriles que fueron agredidos a puñetazos y patadas por oficialistas sin control, mientras protestaban en la avenida Urdaneta contra la Ley de Educación, son ahora agredidos por oficialistas con control (el que suponen los altos cargos, ejercidos y por ejercer; las canonjías, y los altísimos salarios devengados por multiplicado).

Los periodistas fueron víctimas de salvaje atropello en la calle y ahora son acusados de victimarios por voceros del gobierno autocrático de Chávez.

La verdad es que al régimen le da igual quién es víctima y quién es victimario, prueba de ello son los presos muertos, heridos, violados y abusados en todas las formas, mientras permanecen bajo la tutela del Estado, que debería responder por su integridad física y moral. Prueba de ello es que Caracas, bajo la hegemonía chavista, ha devenido, de lejos, la capital más violenta de América Latina; que Venezuela triplica la tasa mundial de homicidios, primera causa de muerte en los jóvenes entre 15 y 24 años. Prueba de ello es la inverosímil cantidad de secuestros express que se perpetran en las grandes ciudades del país, sin que las autoridades conozcan siquiera las cifras ni hayan movido un dedo para prevenirlos y castigarlos. Prueba de ello es que todas las encuestas coinciden en que la inseguridad es el mayor problema de los venezolanos; y esos voceros que componen la jauría tras los reporteros de la Cadena ni mencionan esa tragedia de la que son responsables, puesto que en 1998, cuando el ex convicto Hugo Chávez era candidato a la Presidencia, se cometieron en el país 4.550 homicidios; pero en 9 años, las cifras de violencia se triplicaron y la estadística más conservadora indica que para 2007 se contabilizaron en Venezuela 13.157 homicidios, 3 veces más que cuando inició su mandato. Prueba de ello es que el Estado venezolano es el primer agresor de los pobres, de las parturientas, de los neonatos, de los desempleados, de los sintecho, de los ancianos....

No. Chávez y sus cómplices jamás se han ocupado de las víctimas ni de los victimarios.

Lo que les cobran a los compañeros de la Cadena Capriles es que son periodistas. No burócratas, ni gobierneros ni repetidores de las vergonzantes necedades de Chávez. Y que este 5 de agosto publicaron un comunicado en repudio a "las recientes acciones gubernamentales que evidencian una   nueva agresión en contra de la libertad de expresión", suscrito por 76 de los 80 periodistas de ese consorcio de prensa.

Ese documento, de dimensiones históricas, demostró que la Cadena Capriles (Últimas Noticias, El Mundo, Líder, Dominical, CadenaGlobal.com y otros medios) no es chavista ni está al servicio del Gobierno.

Tiene, desde luego, empleados que siguen líneas oficiales, pero su equipo reporteril está integrado, en su inmensa mayoría, por periodistas profesionales, cuyo trabajo está orientado por criterios técnicos, democráticos y de respeto a la verdad, sea cual sea su signo ideológico. Lo que les cobran es que en ese comunicado ellos denunciaban "la política de obstrucción aplicada por esta administración a través de sus distintos organismos e instancias cuando se requiere acceso a las fuentes oficiales".

Y condenaban el "cierre de 34 estaciones de radio en todo el país" y "la persecución contra más de 200 emisoras anunciada por el ministro para Obras Públicas y Vivienda, Diosdado Cabello".

En ese marco, el régimen se ha cebado contra el periodista César Batiz, quien terminó en el hospital por los golpes sufridos ese día, cuando acudió en defensa de su colega Marcos Ruiz, blanco de las patadas de un prócer de la revolución.

¿Cuál fue el delito de César Batiz? No otro que una serie de reportajes de investigación, que, por cierto, le valieron el premio interno de Últimas Noticias, en los que expuso la participación de cuerpos de seguridad como facilitadores del narcotráfico. Fue Batiz quien dio la primicia de las narcoavionetas venezolanas capturadas y/o derribadas en Honduras antes del golpe de Estado.

Y es él quien ha venido publicando trabajos, repletos de datos, acerca de los apretados nudos de corrupción de Pdvsa, arena de la ineficiencia y el latrocinio. Eso es lo que molesta de los periodistas de la Cadena. Y del combativo periodismo venezolano.