Desde hace bastante tiempo no me había sido posible, por razones de trabajo, asistir a un show de una banda de renombre internacional (amén de que las mismas estuvieron alejadas de nuestro país por un tiempo).

Pues bien, esta semana recogí mis peroles y me vine de Mérida a ver el concierto de Metallica en la Rinconada con una entrada que me obsequió mi hija por el cumpleaños y acompañado por mi yerno y su hermano menor.

No se si por experiencia aprendida desde mi ya lejana juventud o por azar de la vida me arranqué para el coso de Coche con mis zapatos de goma, jeans y una franela negra. Mi primera sorpresa la tengo cuando al ingresar al Metro, una gran cantidad de jóvenes – muchos de los cuales pudiesen haber pasado por hijos míos- vestían de manera idéntica a la mía.

Al llegar a la Rinconada, a pesar de todos los años que han pasado desde que se presentó Tierra Rara en Valencia hasta hoy, las empresas de espectáculos no han cambiado para nada la manera en que tratan o maltratan a las personas que asisten a estos espectáculos. Los espectadores sufren todas las vejaciones e innumerables formas de desidia que estas empresas ejercen en contra de la parte más importante del espectáculo que es el público, ya que sin éste no existiría ni espectáculo, ni empresa y probablemente tampoco el artista.
Evenpro, realmente es una empresa que en el aspecto del tinglado y las comodidades para los artistas, reconozco que ha ido mejorando y afinando su maquinaria de manera muy acertada.

Desgraciadamente en el aspecto de atención hacia el público, que es el aspecto mas importante del espectáculo, siento que aparte de colocar los baños desechables por doquiera y contratar policías que se comportan como perros rabiosos con aquellos que se desean colear, no ha hecho absolutamente nada para proporcionar mayor comodidad y facilidades para el público. Por lo menos no para quienes compramos entradas preferenciales por Bs. 650 (US$100)

En cuanto a Metallica, cabe destacar que presenta un show excelente, sólido y con una  adecuada mezcla de piezas clásicas de su repertorio junto con sus nuevas creaciones. Estos músicos muestran una actitud muy profesional, demostrando que son lo que son, una de las mejores bandas de rock heavy de la actualidad, con un sonido impecable, limpio, muy bien cohesionado, hasta llegar, en algunos momentos, a ser excesivamente mecánicos en sus interpretaciones lo que en cortas ocasiones  le resta calor al espectáculo.  Por supuesto esto no desluce al concierto, al contrario muestra la extraordinaria calidad y cohesión que la agrupación ha alcanzado a través de su larga carrera artística. La puesta en escena de la banda, con excelente manejo de recursos audiovisuales y pirotécnicos, refuerza aun más la muy buena  impresión que dejó la presentación de Metallica en Caracas.

Cabe destacar, y por ahí la razón del título de estas líneas, fue el extraordinario y ejemplar comportamiento de todo el público que asistió. Esa marea de camisas negras que soportó, estoicamente, los abusos de la empresa, perdonó la bajísima calidad artística de la banda telonera que, aparte de un guitarrista excelente, mostró un sonido deprimente y un vocalista que se emocionaba de sobremanera diciendo groserías y palabras altisonantes (que por cierto fue lo único que se le entendió).

Reitero,  el comportamiento del público fue sobradamente lo mejor que se observó (junto con Metallica) en esta noche y es lo que de hecho lleva a calificar esta presentación con el calificativo que le doy de “la noche de las camisas negras”. Este comportamiento demuestra el nivel de madurez que hemos alcanzado como pueblo y colectivo para enfrentar de la mejor manera posible las cosas que se nos presentan y demostrar además que somos un pueblo joven con un gran proceso de maduración con conciencia colectiva, espontánea que no necesita de un líder o un arriero para conducirlo.

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