La presencia de dos gobernadores de estado (Zulia y Táchira) y el alcalde mayor de Caracas en la OEA, es un hecho de gran importancia para el destino de la democracia en Latinoamérica. Al ser recibidos por el secretario general de la organización, se les estaba reconociendo como parte del gobierno de un país miembro, que la OEA está obligado a vigilar. En el fondo lo que está en juego es la vigencia de la democracia representativa en Venezuela, indispensable para la estabilidad, la paz, y el desarrollo dentro de los países. La OEA está obligada a promoverla y consolidarla.

Ésta no sólo puede limitarse a la defensa de la democracia en los casos de quebrantamiento de sus valores y principios fundamentales, sino que debe adelantar una labor permanente para prevenir y anticipar las causas mismas de los problemas que afectan el sistema democrático.

De allí la trascendencia de lo planteado a la organización por los mandatarios venezolanos. Éstos insistieron en que la Carta Democrática deja bien claro, que la democracia representativa no sólo puede entenderse como el acceso al poder por el voto popular, sino también como su ejercicio con sujeción al estado de derecho y la existencia de un régimen plural de partidos, dentro de una clara separación e independencia de poderes.

Cuando estos elementos desaparecen en un país, como es el caso de Venezuela, la democracia representativa está en entredicho. Además, la Carta Democrática también contempla que en el ejercicio de la democracia debe respetarse "el estado de derecho de todas las entidades y sectores de la sociedad de los estados miembros".

Por todo ello, los planteamientos de los mandatarios venezolanos pusieron sobre el tapete, la necesidad de precisar mejor lo que debe entenderse por la "legitimidad de ejercicio" de los gobiernos, y no sólo limitarse a la "legitimidad de origen", como ocurre hasta ahora. El ser electo por el voto popular, en Venezuela o en Honduras, no da a nadie el derecho a hacer añicos a la democracia representativa y al estado de derecho, siendo amparado por el sistema interamericano, gracias a una generosa chequera. Por ello, nuestros mandatarios, metieron en honduras al insulso secretario general de la OEA.