El conflicto de Honduras, las horas de vuelos acumuladas por el aspirante a dictador Manuel Zelaya y la odisea real del país convulsionado y a la deriva, le han permitido a Hugo Chávez enseñar sus insignias de amo político y administrador de una porción del continente. Al mismo tiempo, implacable y discreto, con ese barahúnda como sombrilla, su lugarteniente principal, un escopetero golpista de 1992, le pasaba la aplanadora a los medios privados.

Es una vertiente elemental pero efectiva del oportunismo. Esta vez, en un escenario visible y complejo, se puso a funcionar un equipo que presentó proyectos de invasiones, pijamas húmedos, mini cumbres erotizadas con canciones de guerra, maratón de genuflexiones de los demócratas profesionales, sesiones de maquillaje y un torrente de hipocresía que descendió a toda velocidad desde el río Bravo a la Patagonia.

Entretanto, Diosdado Cabello, el ministro de infraestructuras, un figurín de uniforme, graduado de alférez auxiliar en 1987, anunció que 246 emisoras -86 de frecuencia AM y 154 de FM- perderán sus concesiones porque «no actualizaron sus datos».

«Vamos a democratizar el uso del espectro radioeléctrico», dijo a los periodistas, poco después de poner en vigor una ordenanza que permite al Gobierno regular la programación de los canales internacionales que trasmiten por cable. Y lo autoriza a controlarlos si los jefes locales consideran que los contenidos son ilegales.

Para los periodistas venezolanos, esas medidas y unas reformas que prepara la Fiscalía para ampliar las prohibiciones y hacer más duras las sanciones a los medios de comunicación, pueden significar la asfixia definitiva. Esta ofensiva está destinada a acallar a los comunicadores que todavía expresan y escriben su opinión. Y que se niegan a aplaudir y a celebrar las ocurrencias de Chávez y su séquito de guatacas nativos y extranjeros.

En los últimos días, agentes de la Dirección de Servicios de Inteligencia y Prevención (Disip) allanaron un diario en el Estado de Aragua, y militantes del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) atacaron las sedes de dos periódicos en Carabobo.

Se utilizan, en armonía, la fuerza física, las marañas legales y las presiones a los empresarios para que no anuncien sus productos en los medios privados.

El asunto de Honduras ha dejado a Chávez con el fusil al hombro. Pero aprovechó las marchas militares para preparar en Venezuela el asalto final a la prensa libre.