Cuando Julián Miglierini -periodista de la BBC- entrevistó recientemente a Uribe, le hizo la pregunta que está en la mente de todos nosotros: "¿Usted quiere ser Presidente... cuatro años más?". Fuera de nuestras fronteras, pocos se interesan en nuestros destinos. Sin embargo, quienes lo hacen también desearían conocer la respuesta al interrogante que mantiene al país en estado de incertidumbre, tan innecesario como preocupante.

Fuera de Colombia pareciera existir unanimidad en la respuesta que debiera dar el presidente Uribe a la tentación de otro revolcón constitucional para favorecer su tercer período: "¡No!".

Como los promotores del referendo no parecen valorar razones de casa, podrían escuchar las voces que se repiten afuera. Son, por lo general, voces amigas, de simpatizantes y hasta aliados del presidente Uribe. Y las hay notables, entre intelectuales, políticos y periodistas. Las razones dadas en el extranjero contra la nueva reelección presidencial no son originales, ni extrañas en nuestros debates. Pero es oportuno registrarlas.

Uno de los argumentos más aducidos fue expresado así por Mario Vargas Llosa: "La democracia colombiana se va a empobrecer". Ello, en palabras del escritor peruano, por dos motivos. Primero: "Si un gobernante sube con unas reglas claras de juego, después no puede cambiarlas en su propio beneficio". Segundo: "Un gobernante puede ser extraordinario, pero no es indispensable. En el momento en que el pueblo comienza a creer en líderes indispensables, la democracia entra a terrenos peligrosos".

Estas voces de fuera señalan razones adicionales. "El presidente colombiano debería dar paso a otros aspirantes", dijo El País de España. La "alternancia en el liderazgo" es requisito para las "democracias saludables", dijo The Miami Herald. The Economist -la revista inglesa que siempre ha reconocido los logros de la administración Uribe- señaló las preocupaciones del proyecto reelectoral frente a la división de poderes y advirtió en título apocalíptico: 'Uribe se acerca a la autocracia'.

Entre todos los argumentos de fuera, hay dos especialmente llamativos, ambos bien expuestos por The Washington Post. El uno, que Uribe amenaza con deshacer sus propios logros -"uno de los más exitosos presidentes en la historia moderna de Colombia", lo llamó el Post-. El otro, que con el proyecto reelectoral Colombia pierde liderazgo democrático en Latinoamérica; pierde, en particular, la oportunidad de servir de alternativa regional a la autocracia populista que Hugo Chávez ha impuesto en Venezuela y exportado a otros países.

Si estas amplias razones no son de peso, tendría que considerarse entonces el rechazo específico que el proyecto reelectoral tiene en el aliado exterior más importante de Colombia: los Estados Unidos. Es difícil encontrar allí voces que simpaticen con tal proyecto. Para muestra está el mensaje diplomático del presidente Obama: "En Estados Unidos... dos períodos funcionan". O considérese lo que dijo Arturo Valenzuela, antes de que lo nombraran Subsecretario de Estado. Aunque no se refirió directamente al caso colombiano, se lamentó de los "presidencialismos plebiscitarios": "No se van nunca estos presidentes latinoamericanos... Aunque tengan prohibido volver, quieren seguir volviendo". Y solicitó que, tras reelegidos una sola vez, no volvieran "... nunca más" y permitieran, en cambio, el surgimiento de "nuevos líderes".

Los promotores del referendo parecen sorprenderse cuando se les dice que su proyecto amenaza la democracia. Si se sorprenden es porque ignoran que el concepto de "democracia" que han difundido para justificar la reelección presidencial choca con lo que el mundo exterior entiende por democracia. La "democracia plebiscitaria" que defienden los reeleccionistas no solo se aleja de la "democracia moderna" -liberal y representativa-, sino que se la identifica con el cesarismo y sus autócratas. Por eso, con el proyecto reelectoral, Colombia corre el riesgo de perder legitimidad democrática en la comunidad internacional.

Fuente: El Tiempo