Aunque ausente físicamente, la presencia de la Reina Isabel II se ha redimensionado en los espacios cotidianos y comunes

de la capital de su Reino Unido, donde el duelo colectivo por su partida se ha conjugado con la celebración de su vida de servicio y compromiso, durante sus setenta años de reinado continuo.

Fotografiada desde su infancia hasta el final de su existencia, en los pasados días su imagen ha iluminado en Londres las pantallas digitales de los centros comerciales locales, de las estaciones de metro y tren, las vitrinas de las tiendas, los hostales estudiantiles, los interiores de las iglesias y los jardines reales repletos de flores, con dedicatorias de condolencia y gratitud en su memoria

En una realidad cambiante e incierta, su Majestad desafió lo vaivenes del tiempo, así como las convenciones sociales sobre edad y género. Con 26 años asumió su reinado cuando el mundo todavía se recuperaba de la II Guerra Mundial y era gobernado mayoritariamente por hombres, algunos de ellos con nombres legendarios.

A los 96 no sólo seguía siendo la cabeza del Estado Británico y de la Iglesia Anglicana, activa en sus funciones públicas, hasta un par días antes de su deceso. También continuó siendo un ícono triunfante, en una sociedad devota de la belleza transitoria de la juventud y desdeñosa de la vejez. A su avanzada edad, indudablemente, todavía era una de las mujeres más fascinantes y reverenciadas del planeta.

Si bien el rostro del nuevo rey Carlos III, inevitablemente reemplazará al de su madre en las monedas y los billetes de las libras esterlinas y estampillas postales, así como en la letra del himno nacional que ahora se canta en su honor, Isabel II seguirá reinando por un largo tiempo en el imaginario colectivo, más allá de las fronteras donde habitan quienes fueron sus súbditos. 

|*|: La autora del texto y fotografías es periodista (UCAB) radicada en Londres. 

|**|: Londres. Exclusivo para OpiniónyNoticias.com