Brexit: ¿es irreversible la integración económica internacional?
Escrito por Emilio Nouel V. | @ENouelV   
Martes, 02 de Octubre de 2018 04:02

altLos que tenemos ya unos cuantos años frecuentando, desde la experiencia práctica y la academia, el complejo camino de la integración económica internacional en general,

y la de nuestro hemisferio en particular, la noción de irreversibilidad de esos procesos se fue asentando en nuestra visión sobre ese tema. 

Juzgábamos improbable que una nación que haya experimentado los beneficios que acarrea un intercambio mercantil ventajoso, se devolviera a una situación de retraimiento económico, desdeñando las ganancias que trae consigo la eliminación de los obstáculos a esa liberación comercial, bien sea con un país o con grupo de países.    

Algunos llegaron a hablar hasta de un principio de irreversibilidad, el cual consistiría, dicho en palabras sencillas, en que una vez que un país se inserta en un régimen de unión aduanera y/o mercado común, los efectos positivos que éste produce en las economías integradas resultan de muy difícil reversión, haciendo casi imposible salirse de la suerte, sin sufrir grandes daños para sus empresas volcadas al exterior y para los trabajadores que de esos negocios dependen.

Los vínculos económico-comerciales y de otra naturaleza se harían tan fuertes entre los países que conforman un bloque comercial o una fuerte relación bilateral, que desprenderse de ellos sería un contrasentido y una tarea, que llevarla a la práctica, se presentaría muy complicada, sobre todo, cuando la integración ha durado muchos años.

Esa fuerte convicción que teníamos, en los últimos tiempos se ha visto quebrantada con dos situaciones particulares, obviamente, diferenciadas. Una, la salida de Venezuela de la Comunidad Andina, y otra, aun no consumada, conocida como Brexit, o retiro de la Unión Europea del Reino Unido. 

La mencionada irreversibilidad la podemos ver desde dos puntos de vista. En primer lugar, la que se refiere a los compromisos formalesasumidos en los tratados y demás acuerdos suscritos por los países en el seno de un régimen de integración, y en segundo término, la irreversibilidad de los efectos concretosproducidos por la interrelación económica entre los participantes durante el proceso. 

La absurda salida de Venezuela de la CAN inició formalmente la reversión del proceso integrador en el año 2006, y se consumó en 2011. Fueron 38 años de integración a ese grupo. Fue una decisión tomada por el gobierno sin consultar al país o a los sectores económicos que afectaría la medida. Una acción producto de una valoración política-ideológica y geopolítica unilateral, que afectó un comercio largamente establecido. La frontera colombo-venezolana era la más dinámica de la región y el volumen de negocios era cuantitativamente importante.   

Este retiro, sin embargo, trajo como consecuencia que se suscribieran varios tratados comerciales bilaterales con los países que permanecieron en la CAN. La reversión de la membresía andina fue formal. A las corrientes comerciales existentes, es decir, a los efectos reales  que había tenido la integración, hubo que darles una regulación sustitutiva. No obstante, los efectos de la integración, no han podido ser borrados, aunque se ha venido a menos el intercambio mercantil.    

Respecto del Brexit, la también absurda reversión comienza con un referéndum promovido por fuerzas políticas euroescépticas, ultranacionalistas y populistas.  

Sin embargo, en este caso esa medida no iba a ser de fácil concreción, habida cuenta de la profundidad y amplitud de la interdependencia económico-comercial del Reino Unido con el resto de la Europa comunitaria. 

Las negociaciones de esta salida no han podido concluirse. Se ha pretendido mantener las ventajas pero sin las obligaciones y cargas que la membresía comunitaria comporta, lo cual no es aceptado por la Unión. No ha sido labor fácil desanudar los nexos provechosos de toda naturaleza consolidados por décadas. 

Se está hablando, incluso, de la realización de un nuevo referéndum para reafirmar o ratificar la decisión tomada.  

Muchos sectores británicos que se dejaron llevar por la retórica engañosa anti-europeísta se han dado cuenta del garrafal error cometido. 

La onda antiglobalización, que principalmente era comandada por las agrupaciones políticas de izquierda, en los últimos tiempos se ha proyectado más a la derecha europea, haciéndola crecer electoralmente. 

Las visiones nacionalistas radicales se han ido imponiendo en algunos países europeos, sobre todo, al calor de la crisis financiera de 2009 y los más recientes problemas inmigratorios. Erróneamente, se echa culpas de las crisis a la Unión, cuando las causas son evidentemente otras. 

No se trata de decir que en la Unión Europea (UE) no persistan problemas y que no requiera algunos cambios. De hecho, las crisis que ha vivido ese bloque en su larga historia, han servido para mejorarla. 

Nadie puede desconocer el extraordinario avance que en lo político, económico y social, ha representado la UEpara sus países miembros y el mundo. 

Es por ello que el Brexitresulta un disparate para quienes lo observamos desde fuera y a la luz de los resultados de la Unión. 

¿Cabría esperar que el Brexit, en definitiva, no se concrete y que lo de la irreversibilidad, en tal caso, sí tenga asidero, y que la salida del Reino Unido sea imposible de llevarse a cabo?

Ojalá los británicos rectifiquen. Sería una muy buena noticia para Europa y el mundo. 

             


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