Quien le escribe es un viejo amigo y admirador de España. Venezuela siempre ha acogido con solidaridad y simpatía a los españoles cuando se han  visto obligados a emigrar hacia Venezuela.
En los tiempos más duros de la dictadura franquista, vinieron a Venezuela muchos españoles que han contribuido con su esfuerzo al desarrollo del país. Además de los trabajadores no especializados vinieron algunos españoles ilustres que contribuyeron con nuestra cultura y nuestra ciencia. Para nombrar solo dos, entre muchos, el sabio Augusto Pi Suñer y el escritor e investigador Don Pedro Grases, de quien por cierto tuve la suerte de ser su alumno cuando en sus primeros años acá dictaba clases de castellano y literatura en el Liceo Aplicación, donde inicié mis estudios de bachillerato.

Luego ya metido en las andanzas de la política, en la lucha contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez (1948-1958), me tocó ser aventado a vivir en España en la década de los cincuenta del siglo pasado.
Pude oír los relatos de uno y otro bando, los horrores de la Guerra Civil; así conocí como esa guerra marcó el alma de los españoles, que afortunadamente gracias a una hábil conducción política que se inició con Adolfo Suárez pudo superar España el hondo drama político que parecía insalvable.

Los venezolanos seguíamos llenos de angustia y de esperanza el proceso que afortunadamente convirtió a España en un país democrático que ha superado aquel estigma peyorativo que afirmaba que Europa comenzaba en los Pirineos.

Pero fíjese, Sr. Rodríguez Zapatero, que incluso en ese proceso político que final y afortunadamente, llevó a su partido PSOE al poder también contribuyó Venezuela. Ud. debe recordar que cuando Felipe González optó a la jefatura del gobierno recibió de Venezuela y de venezolanos un inmenso apoyo para que ganara las elecciones. En ese entonces gobernaba a Venezuela el hoy ex Presidente de la República Carlos Andrés Pérez. Ese gobernante le dio a Felipe González una poderosa contribución económica para que lograra su objetivo. O sea, que incluso su gobierno de hoy, que arranca de aquellos tiempos, también tiene una deuda con Venezuela.

Yo he seguido siendo hincha del PSOE. Tuve la oportunidad en julio del año pasado de asistir, como representante del partido socialista PODEMOS en el que milito, al último Congreso Nacional de su partido. Me complació observar a un partido vigoroso y democrático. Me llamó poderosamente la atención el papel que la mujer española ocupa en su partido. El Congreso designó  mujeres jóvenes y brillantes en importantes responsabilidades; incluso se designó, por primera vez en España, a una inmigrante latinoamericana para una de estas responsabilidades.

Lo oí a Ud. defenderse con torpeza de los ataques de Rajoy que aprovechaba las incipientes manifestaciones de la crisis económica que ya amenazaba a España y  que Ud., equivocadamente, se empeñaba en negar. Ojalá los que apostamos por el PSOE, pese a que en sus manos se ha desdibujado, y ya no es aquel que dirigía Felipe González, no tengamos que ver con tristeza que el Partido Popular vuelva al poder después de sus dos ejecuciones de  gobierno.

Todo esto se lo señalo porque su partido y su gobierno han olvidado que los principios y la solidaridad democrática son más importantes que las mercancías, porque han sido indiferentes cuando Venezuela necesita de vuestra solidaridad en su lucha por no perder definitivamente la libertad y la democracia.

A los venezolanos nos produjo estupor que la fracción parlamentaria del PSOE, por órdenes de su partido se ausentara para no aprobar la resolución condenatoria que acordó el Parlamento Europeo cuando Chávez le eliminó arbitrariamente la concesión a un canal de televisión afectando la libertad de expresión.

Por eso pregunto: ¿cuál sería su reacción si en un supuesto gobierno del PP, el PSOE ganara las elecciones para el Ayuntamiento de Madrid y el ejecutivo hiciera aprobar una ley en las Cortes, desconociendo el veredicto popular, y designando a dedo una autoridad por encima del Alcalde electo por el pueblo de Madrid? Pues eso, Sr. Rodríguez Zapatero, entre otras violaciones flagrantes de nuestra Constitución ha ocurrido en Venezuela. La legitimidad electoral no puede ser una patente de corso para violar la Constitución.  Hay que exigir la legitimidad de ejercicio del poder.

Esta carta la ha motivado la desgraciada visita del Sr. Moratinos, su Canciller, a Venezuela. No tanto porque haya venido a Venezuela a aprovechar los jugosos negocios que Chávez ofrece a la inversión extranjera en su política de estrangulamiento de los productores e inversionistas nacionales. Entendemos, aunque no aprobamos, que Uds. traten de compensar la crisis económica con una balanza comercial favorable en el intercambio económico. Pero no se fíen tanto, ya el Grupo Santander, discretamente, salió de Venezuela. Algunos empresarios argentinos confiando en la relación de Chávez con el matrimonio Kirchner invirtieron acá, pero ya han visto como sus empresas fueron estatizadas.

Lo que ha indignado al pueblo venezolano en su  mayoría es que en momentos en que Chávez está procurando completar su entramado jurídico para su proyecto totalitario, cuando Chávez –mientras abrazaba a Moratinos- cierra 34 radio emisoras y varias televisoras regionales –arbitrariamente-; cuando hace aprobar una ley electoral que escandalizaría a los españoles y seguramente a Ud. el primero, cuando intenta criminalizar las opiniones emitidas en los medios de comunicación con un proyecto de ley ad hoc. Cuando obliga al Parlamento a aprobarle una ley de educación para implantar un proceso similar al cubano, en ese justo momento, en las narices de Moratinos, a su Canciller se le ocurre declarar a los medios de comunicación venezolanos que le complace observar que en Venezuela hay libertad de expresión. Cada palabra la recibimos como bofetadas de un gobierno que merca con los principios y pone en la misma balanza una inversión petrolera de Repsol en la Faja del Orinoco y la libertad de expresión; en fin pesan más los euros que van a ganar que la opresión que hoy vivimos los venezolanos.

¿Será cierto aquello de zapatero a tus zapatos?

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