Radiografía psicológica de la sumisión política
Escrito por Dr. Francisco García S. | @franciscocipcom   
Viernes, 15 de Mayo de 2009 01:50

La Venezuela de la última década viene en franco declive en sus instituciones políticas, y ello se desprende de un liderazgo de tipo personal proyectado desde el ejecutivo. En tal sentido Ángel Oropeza y sus colaboradores han estudiado el fenómeno de la sumisión desde varias disciplinas, en especial desde la ciencia política, la historia y la psicología política, para explicar las actitudes del ciudadano venezolano con respecto a sus formas de participar, y se visualiza una cultura política de dominación.  Por ello, para A, Oropeza, “la sociedad venezolana ha ido aceptando un proceso de dominación que contraviene los valores que, supuestamente han servido de fundamento a nuestra idea de nación a saber: libertad, democracia, alternabilidad en el poder, división de poderes, institucionalización de las fuerzas armadas, etc.” (p.5)

    Del fenómeno Chávez como lo han denominado ya muchos especialistas en la materia, se busca explicar el por qué un personaje de corte militar ha trastocado las instituciones de la democracia venezolana, aunado a un cambio radical en las formas de hacer de la democracia como forma de vida ciudadana, en donde se pretende, por parte del liderazgo personalista avasallar hasta los componentes de la vida privada de los venezolanos en un proyecto desmitificador de la historia patria.
    Por lo tanto, nos anuncian en tan excelente análisis que: “nunca como ahora los mecanismos democráticos habían sido manipulados tan hábilmente para desmontar la democracia misma”. (p.7)  
    Si bien el análisis busca comprender cómo de una democracia de partidos y de instituciones democráticas estables en Venezuela, se pasó a un declive como el que se viene manifestando, parte de una tragedia nacional. Es decir, “que democráticamente estamos construyendo una tiranía en la que las instituciones, la división de poderes y los sistemas electorales confiables se han desmontado de manera lenta, pero progresiva y sistemática”. (p.7)
    En nuestro devenir histórico en épocas conflictivas sigue presente ese cesarismo democrático (la mano dura, el caudillo de siempre, en contra de toda institucionalización como componente rutinario de nuestra cultura política) que en su momento analizó Vallenilla Lanz, en su célebre obra el Cesarismo Democrático.  
Es decir, todo el poder para el líder en contraposición de estructuras partidistas sólidas. Que precisamente por la crisis de los partidos políticos tradicionales (en la década de los años 80 y 90 del siglo XX) se pasa a formas antipartidistas de manejar la democracia y sus instituciones como componente antipolítico en liderazgos personales de corte militar.
Sin embargo, A, Oropeza destaca que la dominación y la sumisión, no son conceptos equivalentes. Así, “el primero supone la posibilidad permanente de la coacción física, y necesita del monopolio del ejercicio de la violencia y la fuerza. La sumisión, por su parte, implica una actitud psicológica de entrega y alienación, aún en ausencia de la fuerza física, y en ocasiones sin que haya conciencia por parte de la persona de estar en tal condición o situación”. (Pp.9-10)
Si bien es cierto, el análisis de la sumisión chavista parte de, “un proyecto de dominación donde coexisten elementos fascistas, militaristas y estatistas, adornados por arengas y argumentaciones de inspiración marxista”. (p.14) En este sentido A, Oropeza da con una tipología de los sumisos Chavistas en Venezuela destacándose: 1-los oportunistas de ocasión; 2-los nostálgicos de la Venezuela heroica; 3-los ingenuos; 4-los aduladores de charreteras; 5-los viudos de la izquierda Bolchevique; 6-los revolucionarios de buena fe;  y, 7-los que necesitan ser mandados; “ordene comandante, yo no soy nadie, yo estoy aquí para servirle”. (p.16)
Por su puesto el declive de la voluntad de muchos da píe, por los altos niveles de desconfianza en los políticos a formas plebiscitarias dentro del manejo del Estado, y de allí, bajo un discurso de igualitarismo fundamentado en un paternalismo de Estado que deviene por el claro declive en la confianza interpersonal. Que da como resultado liderazgos de corte populista.
Pues bien, dadas las condiciones para el chavismo según Ángel Oropeza, la democracia se asume de manera vertical. En donde las rendiciones de cuentas hacia el ciudadano no se visualizan, más un clima de tradición ideológica tórrida leninista y ceresoliana, con un líder fuerte, único, que se piensa insustituible precisamente por la casi total destrucción de formas partidista de organizar la sociedad. Sin controles ni contrapesos a su poder.
Así el asunto se plantea cómo la Venezuela de Chávez  a partir de 1998, desde su postura autoritaria, la cultura política de los venezolanos es sin duda su carácter dinámico y cambiante, que en la tesis de Richard S. Hillman se presenta como una sociedad paradójica. Sociedades sumisas.
 Es decir, el venezolano (desde sus posturas políticas en el poder ejecutivo) no responde a instituciones, sino a personalidades mistificadoras que destruyen el proceso de democratización que venían en marcha en las décadas del bipartidismo. Precisamente por ello el declive, por la falta de atención de los partidos políticos de antaño para la solución de los conflictos sociales, colándose en la política venezolana personajes arropados bajo posturas anti-democráticas.
Asimismo en la misma línea discursiva nos entrega Axel Capriles M. “La obediencia patológica”. En está sección del ensayo analiza desde un punto de vista histórico, cómo en Venezuela, “todas las revoluciones han prometido convertir al pueblo en fuente de soberanía y el poder. La revolución azul, la revolución de abril, la revolución legalista, la revolución liberal restauradora y la revolución bolivariana”. (p.36)
Evidentemente se pretende por parte de toda revolución totalizante el método de la agresión desde los gobernantes hacia el “pueblo – masa”. Es decir, “el método de la agresión es una herramienta de control social, la técnica de dominio predilecta de los regimenes totalitarios. El fundamento psicológico de estos regímenes es el miedo, procuran atemorizar a la población para someterla y obtener su obediencia”. (p. 37)
Todo ello se refuerza en buscar las potencialidades del resentimiento social por las crisis sociales. Así el miedo como mecanismo político, de control y obediencia que se basa en el engaño, en la manipulación de las emociones proyectadas en discursos, en la limitación de la información, en las bases de la ignorancia, “todo lo cual facilita la manipulación emocional de construir enemigos y concentrar la lucha en su enfrentamiento, dando la sangre y el alma para orgullo de un solo “héroe”. Y esto tiene su contrapartida en asignarles a las expresiones de temor un componente de deslealtad. Traición o de disenso”. (p.51)
En tal sentido para entender el sectarismo político en el cual corre algunas proto-democracias en el caso venezolano de los últimos años, basta el análisis sobre el “sectarismo político” de Franzel Delgado Senior que pone en claro, cómo las estructuras mentales de las sectas políticas dan paso a la destrucción de la convivencia democrática. Veamos entonces algunas de sus características: a) sumisión incondicional a un líder, a quien se le debe sumisión absoluta, pues se considera predestinado a cumplir una misión que solo él puede lograr;  b) anulación a toda critica interna y externa desdeñando el pensamiento plural. Es decir, confrontación permanente por parte del líder a todo opositor; c) persecución de objetivos económicos enmascarados bajo una ideología, destinados sólo a reforzar el poder del líder; d) fabrica de palabras, frases y consignas para descalificar a quienes no pertenecen a la secta, a quienes se consideran inferiores; e) uso de algún color y vestimenta particular para identificarse y darse fortaleza de grupo; Y por último, prohibición de abandonar a la organización, y quien lo hace, es severamente penado. Tildado de traidor.
Y ello socava los cimientos de las democracias. Porque en definitiva el mundo ausente de políticas coherentes bajo el respeto de las instituciones de la democracia y el Estado de Derecho, la ley por sobre todas las cosas, es el mundo del terror y es precisamente allí en donde los lideres sectarios y ególatras de corte totalitario destruyen a sus sociedades.
El siguiente ensayo viene de la pluma de Roberto De Vries subtitulado “las siete fallas que nos hacen sumisos o la autoevaluación que evadimos”. Nos hace referencia de manera sucinta de que: “una de las fallas del venezolano, gira entorno a la incapacidad para asociarse en forma comprometida”. (p.75)   Y evidentemente, “este déficit importante de capital social que se percibe en el país contribuye de manera decisiva en la generación de sumisión de muchos venezolanos, quienes ostentan el poder político, como forma sustitutiva para satisfacer aquella ausencia de capital social. Se hace entonces necesario buscar y estimular la presencia de líderes sociales que al tiempo que marcan una adecuada distancia en el poder político imperante tiene clara conciencia de la importancia de los valores compartidos con el resto de los venezolanos”. (p.80)
Se  alude así, a la clásica tesis de Putnam y Coleman en la necesidad de construir Capital Social; bajo la confianza que los ciudadanos depositan en las instituciones, para de allí lograr acuerdos y propósitos para el buen desempeño de la democracia de calidad. Que es precisamente lo que en la Venezuela del fenómeno Chávez se encuentra en franco retroceso en todas las instituciones políticas, dando píe a más conflicto social general.
En efecto, Alejandro Moreno en: ¿sumisión política versus liberación popular? Destaca: “cuando la se presentó como un proceso fundamentalmente político, la gente del pueblo no opuso resistencia, pero cuando se convierte además en cultural, en una suma de política y cultura, cuando amenaza realmente con ser represivo a fondo, hasta lo más personal de las posesiones y de las prácticas de vida cotidiana, cualquier movimiento en contrario se puede producir. No sabemos ni cual, ni cómo será, porque no tenemos antecedentes históricos de respuesta netamente popular a pretensiones como éstas, pues tan clara y profundamente contrarias al mundo-de-vida del pueblo no se habían presentado”. (p.94)
Asimismo se comprende; “con la revolución no se negocia, no se dialoga y no tiene resultado el ser vivos. La revolución socialista es mucho más implacable que todo lo hasta ahora experimentado”. (p.95)
 Fundamentalmente estas formas mesiánicas totalitarias en “las conclusiones no sumisas” de Ángel Oropeza, “la clase política hegemónica, y en especial su caudillo, han sido muy hábiles en ir reforzando paulatinamente aquellos componentes culturales psicológicos de nuestra alma colectiva que propenden al autoritarismo y la sumisión. Esta tarea además ha sido adecuadamente acompañada por el uso inteligente del miedo, el resentimiento y el odio, como argamasa sobre la cual se construyen, las razones y justificaciones de sometimiento”. (p.100)
 Conllevando al sistema a las claras disfunciones no democráticas, provocan dentro de los sistemas políticos una ruptura en la operatividad de la gobernabilidad, ello desencadena en desgobiernos inoperantes. Por tanto aumenta la crisis del Estado y promueve el caos institucional, generando con ello la ingobernabilidad de los sistemas políticos, y haciendo difícil lograr la creación de ambientes políticos y sociales idóneos para crear capital social.
Concluye A, Oropeza de forma muy atinada, que: “en la concepción política del chavismo, el pueblo es considerado siempre como una especie de eunuco, un eterno niño que necesita ser tutelado, que necesita la guía del garrote porque él mismo es incapaz de auto-gobernarse y, por tanto, el orden y la moral deben venir desde arriba, desde el poder”. (p.100)
En fin, la lectura detallada y pausada de estos ensayos nos parece muy oportuna a la hora de comprender nuestras realidades, y es una perspectiva que promete un genuino campo de reflexión para superar las adversidades en el sector público en la Venezuela extraviada para generar capital social. Mejores niveles de confianza societal y superar en gran parte la sumisión actual.

(*): El autor es Politólogo, Magíster. Investigador del Centro de Investigaciones de Política Comparada de la Universidad de Los Andes. Investigador acreditado por Programa de Promoción al Investigador  (PPI - FONACIT) y el Programa de Estimulo al Investigador (PEI-CDCHT -ULA) de Venezuela. Doctorando en la Universidad de Los Andes en el Doctorado de Ciencias Humanas (HUMANIC-ULA). E-mail: Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla .

 

Radiografía psicológica de la sumisión política.
Ángel Oropeza Z; Compilador.
El fenómeno Venezuela.
Los libros del Nacional. Caracas, 2007. 103, p.


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