Cuidado, mucho cuidado
Escrito por Ing. Rafael Diaz Casanova   
Lunes, 03 de Abril de 2017 20:27

alt¿Será verdad? ¿Será teatro? Será miedo? La ciudadanía venezolana recibió el viernes pasado, una dosis importante de una medicina desconocida.

La Sala Constitucional del TSJ emite dos sentencias distinguidas con los números 155 y 156 con las cuales da dos fuertes vueltas a la tuerca de la destrucción de la Asamblea Nacional. Entendemos que el texto de dichas sentencias no está publicado pues las páginas del TSJ se encuentran en “mantenimiento” o algo similar.

Inmediatamente se prenden las alarmas nacionales e internacionales. No dejemos a un lado que la semana ha sido pródiga en noticias provenientes desde importantes foros, comandados por las presentaciones del tema Venezuela ante la Asamblea de la Organización de Estados Americanos en la que los resultados no han favorecido a nuestro país y quienes nos han representado, lo hicieron muy mal.

Punto de inflexión fundamental surge con las declaraciones de Luisa Ortega Díaz, Fiscal General de la República, quien, sin el menor recato, acusa de violatorias a la Constitución y a las leyes, las disposiciones de las mencionadas sentencias…

Internamente, se registran protestas del más variado tono. Desde manifestaciones de calle en distintas áreas de las ciudades, que, como de costumbre, fueron agredidas por las fuerzas públicas de manera irregular, hasta el pronunciamiento de diversos sectores que llegaron hasta la Asamblea de las Academias Nacionales y el contundente documento producido por la Iglesia Católica desde la Conferencia Episcopal Venezolana.

Desde el exterior también surgieron fuertes protestas que incluyeron el retiro de Embajadores de algunos países.
Esa noche del viernes, a horas poco usadas, se convocó a un Consejo de Estado (ente paraestatal) que, en fin de cuentas, sugirió, conminó, recomendó…que las polémicas sentencias fueran mutiladas. 

Para sorpresa nacional e internacional, a las nueve de la mañana del sábado, el trabajo de maquillaje había concluido y el colombiano de Miraflores se vanagloriaba de su régimen “respetuoso de la separación de poderes”.

Hasta aquí, con algunas omisiones, fundadas en la brevedad, pensamos que hemos narrado lo medular.

De lo sucedido se desprenden varias interpretaciones posibles. Referiremos las que nos parecen más probables.

Con toda la crudeza que siempre nos ha caracterizado, tendemos a pensar que se trata de una nueva farsa de teatro mayor. Pensamos que los eventos sucedidos, con libreto habanero, intentan hacer ver a la comunidad internacional y muy especialmente a los países miembros de la OEA, que en Venezuela se respeta la independencia de poderes y se aplican mecanismos democráticos.

Como en tantos otros eventos, se pone en práctica un divertimento que cambia el orden de prioridades de la escena y hace que los espectadores “vean” otra “realidad”.
No olvidemos que el régimen que nos destruye ha sido muy eficiente y repetitivo en el  uso de este malvado recurso.

Para finalizar, quisiéramos anotar que en las sentencias del TSJ abundan violaciones a la Constitución y que no solo estas deben ser corregidas.

No caigamos por inocentes…seríamos reincidentes.

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