El papa líquido
Escrito por Juan Guerrero | X: @camilodeasis   
Jueves, 26 de Enero de 2017 08:39

altQue sea este un tiempo donde las ideas se esfuman, se diluyen y desaparecen entre la infinita propaganda e información banales,

ya fue tema que preocupó por más de 60 años al profesor Bauman.

Lo cierto es que si este pensador planteó, dentro de la modernidad de la postmodernidad, la vida “líquida” de las sociedades donde los seres humanos viven en las apariencias de las relaciones breves y con creencias cambiantes y absolutamente insustanciales; los liderazgos de todo tipo, también han caído en ese inmenso saco que es el vivir en la incertidumbre gelatinosa de la cotidianidad.

Pues bien, y a propósito de una breve escaramuza ocurrida en Facebook, entre la escritora Milagros Mata Gil y el poeta, Armando Rojas Guardia, donde Mata Gil tildó a Francisco, como “el papa rojo”. Mientras Rojas Guardia, un tanto ofendido, ripostó indicándole a la escritora, que era una “expresión indigna” de una persona como ella -y enseguida se fue en defensa del obispo de Roma, indicando que Francisco invitaba a los mendigos a comer al Vaticano y le lavaba los pies- Planteo y argumento algunas reflexiones.

Obviamente, no creo que el papa sea comunista pero sí un claro hijo de este tiempo. Más bien, desde una perspectiva política –tema que abordo en este escrito- el jefe de Estado Vaticano es un líder populista que, si bien como buen jesuita es un intelectual, usa su figura para introducir ideas estereotipadas desde la emocionalidad de un discurso banal y francamente insustancial.

Lo anterior es consecuencia de sus últimas declaraciones a medios de comunicación españoles, (véase aquí ) donde hace un uso exacerbado y maniqueo, tanto del capitalismo como del neoliberalismo, e incluso, la utilización de la pobreza y hasta de la condición de la mujer, para acentuar la dependencia de millones de seres humanos en el laberinto del hambre, tanto material como espiritual.

El Vaticano adelanta en Venezuela una avanzada para recuperar espacios y acentuar la presencia de la iglesia católica romana. Eso es innegable. Las dudas y controversias que se presentan parecieran darse, tanto de parte de la Conferencia Episcopal Venezolana, -de tradición republicana- como de los curas –que existen en varios lugares de Venezuela- quienes están plegados al ala más radical del chavizmo, quienes impulsan desde los días de Hugo Chávez, la formación de una Iglesia Católica Popular Bolivariana.

Este es el coco que han estado sacando los radicales y que parece estar frenando al Vaticano. ¿Cisma religioso? Demasiada alharaca para tomarlo en serio.

Lo que sí parece ser serio es el interés del Vaticano por recuperar espacios en el escenario político venezolano. Frente a ello, existe una solapada presencia –Rodríguez Zapatero, el “verosímilmente francmasón”- de esta institución, que busca también recuperar su secular dominio del escenario político venezolano (véase aquí )

Es innegable que las negociaciones para restituir el orden democrático venezolano, dependen más de decisiones externas que de las continuas y estériles refriegas callejeras, protagonizadas por “oficialistas del régimen vs oposición oficialista (MUD)”, cuyo papel pareciera alargar la agonía de la población mientras el Nuevo Orden Mundial, termina de repartirse el país.

Absolutamente toda la estructura político-administrativa del Estado venezolano está desmantelada. Se vive una caótica y cotidiana realidad, donde reina la incertidumbre. No existe producción de bienes sino una cada vez más intensa presencia de la economía parasitaria, donde el capital bruto, el dinero, es el centro de las transacciones económico-financieras.

Todo el poder real está fuera del país. Desde las fuerzas económicas, financieras, políticas, religiosas, hasta militares y policiales. Nada, absolutamente nada que refiera decisiones trascendentales, son tomadas en Caracas.

Hasta las fuerzas de la economía paralela, como son el narcotráfico y los actos financieros producto de la corrupción de Estado, están y dependen de fuerzas externas.

Venezuela vive por estos tiempos una clara experiencia de la extrema globalización. Y para ello, a su población se la ha estado “instruyendo” para que acceda a un nuevo orden, donde no interesa demasiado el tipo de pensamiento que el ciudadano tenga. En todo caso, la visión de una sociedad con líderes populistas, donde la ideología está determinada por los instantes, la fugacidad de los acontecimientos y la fragilidad de un pensamiento quebradizo y acomodaticio, serán el signo de los nuevos tiempos.

Y para ello, y dirigido a la inmensa mayoría de devotos católicos, apostólicos y romanos, la figura de un papa populista, bonachón y de intensas emociones, ha sido la mejor decisión en quienes mueven desde la oscuridad, los hilos del poder.  

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