Maduro Fuerte vs Mano Invisible
Escrito por Eduardo López Sandoval   
Miércoles, 25 de Enero de 2017 01:57

altUnos estudiantes cercanos a los estudios de alguna carrera relacionada con las ciencias económicas abordan al profesor de Historia de Venezuela,

jubilado, Ramonote Mandefuá, a quien no le alcanza lo que le deposita el Ministerio por ese concepto de seguridad en su vejez, que da clases en el posgrado de la Universidad, pero no llega con esas dos entradas ni a la mitad de la canasta alimentaria. Se ayuda con la bolsa de comida, que por cierto en la propia Universidad hicieron una lista para repartir una bolsa la primera quincena del año, que contenía sólo seis paquetes de harina de maíz para las arepas y una bolsa de medio kilo de pasta corta, a la que el jubilado llama pasta de pobre,…pero no lo anotaron en el inventario.

Los estudiantes saben que el profesor en privado ha expresado en forma ácida su opinión acerca del bajo valor de la moneda, y lo quieren oír. Llevan una batería de preguntas con la seguridad que alguna respuesta lo va a dirigir al área jocosa del cuentacuentos.

Después del cotidiano saludo y la usual excusa de un trabajo pendiente con un tal profesor, se da la partida:

-Profe, ¿por qué la moneda de nosotros vale tan poco, y la relación de cambio cada vez nos pone más enanos con respecto a Europa y a Estados Unidos?

-Bachiller usted ha dicho en su pregunta un tanto la respuesta ya…

Los jóvenes, que habían preparado las preguntas, -a las sombras de los bancos del merey, entre colillas de cigarrillos prostitutas y multiorgásmicas, varias veces retornadas-, nunca pensaron que en esta redacción pudiera esconderse respuesta alguna… Se prepararon para un largo e interesante discurso…

-Usted ha dicho que la relación de cambio de la moneda nos pone enanos con respecto a Europa y a Estados Unidos... y esa “relación de cambio” a la que usted alude ¿quién la maneja?

Ante la pregunta y el recorrido de todos los ojos en un doblado girar de la cabeza del viejo profesor, no hubo un asomo de respuesta; replicó el viejo:

-Esto es por la llamada mano invisible, que no la maneja nadie. Algún creyente puede decir que es la mano de Dios, y ningún ateo tiene un argumento para rebatirle. La sagrada mano invisible es una metáfora que nos enseña el carácter auto regulador de la economía. Esto lo estudio Adam Smith, - que no lo inventó-, porque esto es creación de la naturaleza libre de los hombres-, en la obra “La Riqueza de las Naciones”.

El jubilado sigue:

-El valor de cada moneda está directamente relacionado con la confianza que se tenga en el gobierno que emite ese billete… Les explico un poco de los apoyos históricos de la cuestión, para el desarrollo del hombre el asunto mercantil es fundamental, veamos: en la prehistoria un hombre recogía granos pero no tenía queso, por ejemplo; y otro tenía queso en abundancia pero no tenía frijoles, que los necesitaba su familia, y ocurría el trueque, dos cargas de burro de frijol por una de queso, por ejemplo, pero el desarrollo y crecimiento en cantidad y complejidad hizo que un individuo se especializara en conocer el tamaño de las abundancias y necesidades de cada familia. Junto al conocimiento de otros no menos interesantes aspectos, como la distancia del productor al consumidor, el transporte que haya que realizar, calidad del producto, hacen que nazca el comerciante…

Los bachilleres se ubican, parecen olvidar el chiste…

-Intercambiar productos con tanta varianza en la cantidad, calidad, conservación, disponibilidad, distancia e identidad de los que intercambiaban, hizo que naciera el precio referido al valor del oro, la plata o las piedras preciosas, -que todos reconocían su valor. Ley de la Oferta y la Demanda. Por esos tiempos nacieron los Bancos, los primeros banqueros se empezaron a llamar así porque ponían su balanza y sus metales y piedras en los bancos de la plaza. Luego acuñaron las monedas de oro y plata, con el apoyo del gobernante del lugar. Pero aún era incomodo y más inseguro cargar un saco de monedas, mucho más fácil era cargar un papel que representara el valor en moneda, en oro o plata, que estaban depositados en el mejor resguardo que garantizaba el gobierno emisor…

El profesor Ramonote había visto que algunos bachilleres se aprestaban a sacar los cuadernos, y les refirió:

-Anoten esto, que eran los gobiernos que garantizaban que ese papel representaba su valor en oro, que éste estaba en las bóvedas del Banco Central, que el tenedor del billete podía retirar su oro cuando le diera la gana, al presentar el papel original en las taquillas. Todos los billetes del mundo tienen una nota como esta…

El profesor se saca del bolsillo un billete, y lee:

-“Pagaderos al portador en las oficinas del banco”. Que a un papel, que es de las cosas elaboradas por el hombre que menos valor tienen, se le dé el valor del oro, es el paso más importante que ha dado la historia del hombre para su desarrollo, todo alrededor de una palabrita, confianza.

El viejo, con toda la atención de los muchachos, repite marcando las silabas:

-Con-fian-za. Esta solución de los billetes, de los papeles que valen oro cuando los firma el gobernante, la tenemos gracias a un rey chino; imagínense lo difícil que fue en sus inicios esta innovación, que quien no recibiera los billetes firmados por el rey, cometía un delito que tenía a la muerte como penalidad, hasta la tercera generación… (Continuará…)

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