El gobierno radicaliza cuando debe flexibilizar
Escrito por Leandro Rodríguez Linárez | X: @leandrotango   
Miércoles, 18 de Enero de 2017 06:45

altSí algo ha quedado extremadamente claro, después de 18 años, es que quienes nos gobiernan siguen siendo neófitos

en el arte/ciencia de gobernar, continúan cometiendo mismos errores, día a día los profundizan.

Para nadie es un secreto que el proyecto propuesto por el expresidente Chávez era petroleodependiente por excelencia, ha significado la reducción de más del 50% del parque industrial criollo, bien sea intencionalmente (por toxicidad ideológica trasnochada), por priorizar el jugoso negocio de las importaciones o simplemente como consecuencia de sus aciagos desaciertos económicos.

Asimismo, en lo político la polarización, la discriminación, la partidización de las instituciones públicas y de la sociedad en general poco a poco fueron engendrando dantescas realidades, por primera vez la venezolanidad quedó supeditada a un carnet partidista.

Ya en el 2017, cuando el gobierno debería rectificar su proyecto, demostrado hasta la saciedad es inservible, atentatorio contra la calidad de vida de los venezolanos, continúa radicalizándolo.

El gobierno debería flexibilizarse, entender que el modelo país del “Plan de la Patria” es absurdo, petróleo dependiente in extremis, cercenador de libertades al condicionar las capacidades y talentos de los venezolanos, e incluso, prioriza al fondo chino cuyos resultados permanecen en un oscurantismo informativo, inauditable. Es decir, el gobierno debería apoyarse en talento venezolano, en los trabajadores, empresarios y universidades del país. Lamentablemente, sigue firme en su rumbo equívoco, de dependencia de créditos internacionales, consignación de bonos, comprometiendo activos así como producción de PDVSA, de desesperadas y cada vez más reducidas importaciones ¡Grave!

Ante el merecido descalabro de popularidad, el palpo de la Venezuela en la calle (más allá de cualquier medición opinática) el chavismo debe comprender llegó el momento de la sindéresis. La Asamblea Nacional era/es un escenario idóneo para comenzar un acercamiento plural, no solo político sino sectorial, donde en trabajo conjunto se diseñen políticas y leyes cónsonas con lo que el país requiere/necesita. Por el contrario, el gobierno ha tenido la osadía de inhabilitarla de facto a través de un TSJ cuya inaudita eficiencia solamente es manifiesta cuando se trata de elaborar sentencias contra el parlamento de la república, a favor del Ejecutivo Nacional.

Así, el país no está para ademanes de diálogo donde lo único oficioso es refritar mismos puntos trillados en reuniones de trabajo desalmadas. El gobierno se quedó sin la bonanza petrolera, sin confianza para inversionistas (más allá de su privilegiado aren de saqueadores de nuestras riquezas), sin apoyo popular… solamente cuenta las instituciones públicas secuestradas, con su séquito de estructuras internacionales las cuales financia leoninamente y con las diligencias de un Vaticano que en la realpolitik venezolana difícilmente logre un “habemus pax”. 


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