¡Revocarmos!
Escrito por Charito Rojas | @charitorojas   
Miércoles, 22 de Junio de 2016 05:53

altPedir un diálogo es absurdo cuando la demostración es de arbitrariedad, abuso y violación de derechos de los venezolanos


“Nunca abuses del poder humillando a tus semejantes…porque el poder termina y el recuerdo perdura”.

Benito Juárez (1806- 1872), abogado y político mexicano de origen indígena, varias veces presidente de México, se le conoce como el “Benemérito de las Américas”.

La memoria de los pueblos es frágil y los periodistas estamos aquí justamente para refrescarla.

Hay dos antecedentes de peso en cuanto a referendos consagrados en la constitución de 1999: el revocatorio contra Hugo Chávez en el año 2004 y el consultivo para la reforma constitucional propuesta por el mismo Chávez en 2007.

La historia da lecciones, hitos por los cuales guiarnos en circunstancias similares. Es falso que el referendo revocatorio contra el comandante haya sido resuelto en 4 meses.

Repasemos esa historia para encender las luces de este complicado presente, en el cual la evidente mayoría del pueblo venezolano intenta activar un proceso revocatorio contra un gobierno que ha demostrado tanta incapacidad como crueldad. La entonces Coordinadora Democrática, surgida de las protestas de los años 2001, 2002, y 2003, decidió iniciar la convocatoria de un referendo revocatorio del entonces presidente. En todo el país se montaron puntos de recolección de firmas, para lo cual colocaban también en la planilla la cédula y la huella digital. El resultado fue más de 3 millones de firmas, que fueron llevadas en cajas al CNE el 20 de agosto de 2003.

Chávez, cuya popularidad estaba menoscabada por los sucesos del 11 de abril, el paro comercial y petrolero y el despido de casi 20.000 trabajadores calificados de Pdvsa, mostraba al mundo y a los venezolanos que comenzaban a abrir los ojos, el talante autoritario y desbocado del militar golpista que se sentaba en Miraflores. Ante el temor de perder ese revocatorio y aconsejado por Fidel Castro, comienza a mover las piezas: dar largas al revocatorio y colocar a gente suya en el CNE. Para ello, rápidamente los chavistas en la Asamblea Nacional, con la justificación de no llegar a un acuerdo de las 2/3 partes de los diputados para nombrar a los nuevos miembros del CNE, pasan el testigo al TSJ, organismo que el 25 de agosto nombra como rectores a Jorge Rodríguez, Oscar Battaglini y Francisco Carrasquero, ligados al chavismo familiar e ideológicamente. Mayoría sobre los otros dos rectores, que eran funcionarios de carrera electoral: Ezequiel Zamora y Sobella Mejías. Carrasquero preside. Y su gestión fue tan favorable al gobierno que luego paso a ser magistrado del TSJ. Así como Jorge Rodríguez, después de haber presidido el organismo electoral, es nombrado con el mayor descaro por Chávez vicepresidente de la república en 2007.

El 12 de septiembre el CNE rechaza las firmas por “extemporáneas”, mientras Chávez comienza a ganar terreno con las misiones, aprovechando el aumento de la renta petrolera. El 25 de septiembre sale a la luz un conjunto de normas para regular los procesos revocatorios y allí el CNE comienza a complicar lo que constitucionalmente es sencillo. Entre el 28 de noviembre y el 1° de diciembre, la oposición recoge nuevamente 3.467.050 firmas pero Chávez canta fraude, hablando de firmas “planas”.

El CNE “revisa” y acepta sólo 1.832.493 firmas. Piden un amparo constitucional al TSJ, en medio de protestas y salen dos sentencias contrapuestas, lo cual lleva al CNE en vista de la indignación publica, a ordenar un “reafirmazo” para las casi 900.000 firmas rechazadas. En este contexto aparece la “lista Tascón” (llamada así por el diputado Luis Tascón que la publicó en internet), lo cual provocó despidos, exclusión y graves daños a los derechos laborales de los firmantes. Por fin, se lograron las firmas requeridas y se puso fecha al revocatorio: 15 de agosto de 2004, un año después de la primera recolección de firmas. Aunque las encuestas a boca de urna daban 59% a los revocantes, los resultados “tramparentes” anunciados por Carrasquero en alta madrugada dieron 58,32% a favor de Chávez y 41,74% en contra.

Aunque la OEA y el Centro Carter validaron esos resultados, siempre quedó la sombra de la duda. Cuando Chávez es reelecto en diciembre de 2006, anuncia una reforma constitucional. Una comisión presidencial, que trabaja bajo confidencialidad a las órdenes del presidente, produce un proyecto de enmienda de 33 artículos de la carta magna, que es aprobado por la Asamblea Nacional en noviembre: el CNE convoca a referendo para su aprobación el 2 de diciembre de 2007. Pero no contaban con la enérgica campaña en contra de la oposición, que apoyada por los estudiantes “manitos blancas” informaron a los votantes de los graves cambios que implicaba el proyecto: alteración del mapa geopolítico con la introducción de las comunas; creación de las milicias y politización de las Ffaa; extensión del período presidencial de 6 a 7 años, con reelección indefinida; creación de varios tipos de propiedad, como la social, la comunitaria, la pública, que menoscaban el derecho de propiedad individual y el uso y disfrute de los bienes. Por primera vez en años, la oposición obtuvo un triunfo y fue en ese referendo: 51% según el único e incompleto boletín, al que un furioso Chávez replicó “Administren su victoria de mierda”. Luego, en abierto desconocimiento a la constitución y al mandato referendario, el finado creó las comunas, las milicias e hizo otra votación para aprobar su perpetuidad en el poder.

El camino con un CNE que ya no tienen el menor pudor en mostrar su oposición a los derechos electorales de la oposición venezolana, no ha sido ni será fácil. Mientras la señora Lucena anunció que el CNE había certificado la validez del 98,7% de las 10.408.068 firmas contra el decreto de Obama en un par de días, necesitaron más de un mes para revisar menos de 2 millones correspondientes al 1% que inventaron debía recoger la oposición para activar el proceso revocatorio. También inventaron una “validación”, aunque tengan aceptadas mucho más del 1% requerido por las señoras. Y en ese proceso de validación imponen que más de un millón 400 mil votantes firmen en 5 días, en un puñado de puntos con un puñadito de máquinas, con una operación morrocoy, cortes de luz, día de fiesta incluido. Carabobo es un ejemplo: un solo punto de validación en Valencia, ninguno en San Diego, el municipio más opositor del país, ninguno en Puerto Cabello, la segunda ciudad del estado, ninguno en el populoso sur de Valencia, ninguno en Naguanagua, ninguno en el eje oriental de Guacara-Mariara-San Joaquín. Pero sí hay máquinas de validación en los más despoblados: Guigue, Morón, Bejuma, Montalbán y Miranda. Peor intención, imposible. Pero lo que no entiende el gobierno, el CNE, el TSJ y todos los oficialistas es que mientras más trabas pongan, más aumenta el deseo de revocar al gobierno, mientras amenacen y boten a los empleados públicos firmantes, más opositores ganan. La situación en Venezuela está como cuerda de violín, tan tensa que cualquier mal toque la revienta.

Pedir un diálogo es absurdo cuando la demostración es de arbitrariedad, abuso y violación de derechos de los venezolanos. Una cosa es segura: todos los malos pasos que da el gobierno son abono para un revocatorio cada vez más cercano.

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