Todo gira casi exclusivamente en el revocatorio, incluso, ha adquirido una trascendencia superior al celebrado en 2004, cuya dilación por parte de aquel CNE generó las tragedias conocidas.

Esta vez, misma conducta pudiera generar peores escenarios, en cuanto el gobierno ya no cuenta con los petrodólares que contó Chávez en aquella ocasión, amén del inicio del boom petrolero más alto y sostenido de la historia. En 2016 la realidad es inversa; un barril con precios tendentes a estabilizarse hacia la baja, deudas acumuladas, presuntas denuncias de impúdica corrupción, despilfarro, indignante escasez e inflación acorralan al gobierno dejándolo en peores circunstancias que a principios de siglo.

La negación o aplazamiento de este plebiscito para el 2017 incrementa significativamente el ya peligroso descontento social. Ahora bien, lo medular es comprender que dicha estrategia representa una ruleta rusa, pues el “disgusto país” se encuentra por encima de la capacidad de maniobra/control tanto del gobierno como de la oposición; el gobierno, administrador del país, es el principal responsable y la oposición es simplemente uno de los medios que tiene la colectividad para drenar. Sépase, sí el Psuv/Gpp confían que maniatando la Asamblea Nacional a través del TSJ y demás poderes públicos van a trasladar axiomáticamente a las fuerzas opositoras parte o la totalidad del descontento pecan por optimistas, la presión social es sistémica, general, se encuentra a la deriva, día a día más irreverente a organizaciones políticas, institucionalidad alguna o paralelismos.

Las elecciones regionales, teóricamente pautadas para finales 2016, son otro mecanismo de catarsis social, ambos bandos políticos la han desplazado a un segundo plano, el revocatorio es la vedet. Todo indica, Maduro podría perder la inmensa mayoría de las gobernaciones y Consejos Legislativos, en consecuencia las añagazas para evitar se celebren se replicarán como en el revocatorio, ello en nada favorece a mitigar la zozobra nacional, al contrario la agrava mucho más.

¿Qué va a pasar? Muchos profetizan una guerra civil, pero en Venezuela ese escenario es absolutamente imposible, pues para que ello ocurra deben existir al menos dos bandos en similares condiciones de legitimidad, tal como quedó demostrado el 6D y se palpa en la calle, el chavismo es una minoría que no cuenta con suficiente apoyo popular. Los enemigos comunes al venezolano son el hambre, la inseguridad, la inflación y demás penurias por las que ningún bando saldrá a matar o morir. Así, ante la negación del revocatorio, la incertidumbre de las elecciones regionales y la inexistencia de las correcciones clamadas el escenario inminente es la lucha sí, pero la lucha del pueblo contra el principal responsable del caos; el gobierno, su aparato represivo y “sospechosos” colectivos armados que trágicamente actúan a sus anchas ante los displicentes ojos de las autoridades nacionales… por eso la tropelía del  Decreto de Estado de Excepción.

@leandrotango