Tendencia irreversible (58925)
Escrito por Charito Rojas | @charitorojas   
Miércoles, 04 de Mayo de 2016 06:18

altSordos, ciegos pero hablando más gamelote que nunca, el gobierno anuncia ocupaciones de empresas, decreta la vagancia en la administración pública, denuncia magnicidios

 

“Si la gente pudiera ver que el cambio se produce como resultado de millones de pequeñas acciones que parecen totalmente insignificantes, entonces no dudarían en realizar esos pequeños actos”.

Howard Zinn (1922- 2010), historiador social estadounidense, referente de los derechos civiles y el movimiento antibélico.

Los venezolanos nunca la han tenido fácil con este CNE designado en época de la hegemonía roja. El TSJ ha tenido la palabra final en tales nombramientos gracias a una argucia, según la cual si la Asamblea Nacional fallaba en obtener las 2/3 partes de los votos requeridos para el nombramiento de los rectores, el TSJ lo haría ante la ausencia de decisión. Así salieron nombradas las rectoras Tania D’Amelio, diputada del MVR por el estado Vargas, quien renunció a su partido 8 días antes de su postulación y Socorro Hernández, ex ministra de Telecomunicaciones y ex presidenta de CANTV del gabinete de Hugo Chávez, quien también renunció pocos días antes a su carnet rojo rojito.

De Sandra Oblitas, se conocen su pasado izquierdista y su filiación familiar al chavismo. De la pupila de Jorge Rodríguez, el país ve sus actuaciones y declaraciones: como por ejemplo, cuando Tibisay Lucena defendió la nacionalidad venezolana de Nicolás Maduro, alegando que el CNE no pide partida de nacimiento, en abierta desobediencia a la constitución que exige la condición de nacionalidad única y por nacimiento del presidente de la República. Y a constatar tal condición es el CNE, cuando acepta la documentación de un candidato.

Tal descaro es usual en un gobierno que cree que el poder le da patente de corso para las trampas en las cuales solo caen los estúpidos, que los hay, y los enchufados, a quienes conviene que su pandilla siga gobernando. Ya los votantes venezolanos tienen larga experiencia  en ventajismo electoral a favor  del régimen, en firmazos y reafirmazos, en firmas planas y anulación de votantes. Por eso no extraña la tortuosa ruta hacia un revocatorio que ha impuesto el CNE, azuzado por el culillo presidencial y por las llamaradas verbales de Jorge Rodríguez y Diosdado Cabello, par de pillos a quienes los venezolanos y la historia cobrarán su maldad.

La Constitución en su artículo 72 establece que todos los cargos de elección popular son revocables y que transcurrida la mitad de su período, un número no menor de 20% de los electores podrá solicitar un referendo para revocar su mandato. Si un número mayor de votos de los que eligieron al funcionario se logran en el revocatorio, habiendo concurrido a urnas no menos del 25% del padrón electoral, se considerará revocado el mandato. Sencillito, pero vino el CNE a reglamentar los referendos y lo complicó al máximo.

El CNE se tardó mes y medio para entregar una simple planilla destinada a recoger el 1% de firmas para que el órgano electoral entendiera que sí había personas interesadas en activar un proceso. Se le dio “hasta” 30 días a la Mesa de la Unidad para recoger 197.500 firmas correspondientes al 1% del Registro Electoral. La planilla fue entregada, bajo presión popular, un martes en la tarde. El día miércoles miles de miembros de los partidos de la mesa y voluntarios comenzaron a recoger firmas y se dieron un tiempo de 3 días para lograrlas. Al final se contabilizaron 2 millones 302 mil firmas, más del 10% del padrón electoral.

Madrugando a los grupos violentos que atacan a opositores y hasta a periodistas en las puertas del CNE ante la mirada indiferente de los militares custodios, el secretario ejecutivo de la MUD, Chúo Torrealba, anunció que entregarían las firmas el martes 3 de mayo, pero amaneció el lunes entregando 1 millón 850 mil firmas ya verificadas en la oficina del CNE en Mariches.

Maduro inmediatamente dijo que el revocatorio “es una opción y no una obligación”, como si la Constitución no existiese. Jorge Rodríguez dijo que iban a revisar todas y cada una de las firmas, como si él fuera miembro del CNE, que de hecho esa barbaridad es así. Y Diosdado Cabello volvió a hablar de “firmas planas”, anticipando que van a aplicar la misma medicina que en el revocatorio contra Hugo Chávez. Pero ya no estamos en el 2004 cuando el PSUV tenía 59% de la votación. Estamos 17 años después de iniciado el proceso de demolición de Venezuela por una seudo revolución corrupta e inepta, cuyo actual presidente difícilmente supera el 12% de apoyo y el PSUV el 23% de votos. Estamos en una Venezuela sin luz, sin agua, sin alimentos, sin medicinas, sin clínicas ni hospitales, sin producción, sin seguridad y sobre todo, sin un gobierno que actúe frente a esta emergencia humanitaria y económica que devasta al país. Las misiones se acabaron, los ingresos petroleros y de las industrias básicas mermados, la moneda devaluada más de 2.000% y las arcas del país desfalcadas. La única arma de chantaje al pueblo que les queda es la GMVV. Y se atreven aún a usarla.

Como la oposición algo ha aprendido de las emboscadas en las que ha caído en el pasado, paralelamente a la recolección de esta primera jornada de firmas, llenó planillas con los datos de localización de los firmantes. Pese a que la rectora D’Amelio, en su rol de retrasadora del proceso dijo que cumplirían los 30 días para comenzar a revisar las firmas, el texto del reglamento señala que una vez entregadas, el CNE tendrá 5 días “continuos” (sin importar días de fiesta, o no laborables, o sin luz) para revisarlas. Luego se iniciará el proceso de reafirmación de los firmantes. Y después el CNE deberá abrir el lapso para recoger  el 20% de las firmas por entidad. Y después, una vez comprobado esto, el CNE deberá convocar a un revocatorio dentro de los 90 días continuos siguientes.

Sordos, ciegos pero hablando más gamelote que nunca, el gobierno anuncia ocupaciones de empresas, decreta la vagancia en la administración pública, denuncia magnicidios y golpes de Estado. El presidente sigue perdiendo su tiempo y el nuestro con cadenas largas y diarias, casi todas desde su concha de Miraflores, para hacer anuncios que dejan pendejo a Ripley, el de “aunque usted no lo crea”, mientras el país cruje desde sus cimientos. Invierten el poder en bloquear un revocatorio que en un país libre, ya se habría celebrado hace rato. Creen que van a poder contrarrestar la fuerza de la indignación popular.

Porque no quieren entender que quienes revocarán son venezolanos, opositores, chavistas o independientes, no importa, porque todos están igualmente hartos de mal comer, de las colas, del peaje para acceder a cualquier servicio. Votarán los que pasan días sin gas, los que no pueden trabajar porque no hay luz ni internet, los que pagan a funcionarios corruptos para que les saquen un documento o extiendan un certificado de defunción en la morgue, porque “están en días no laborables”.

Lo dice la calle. Lo dicen las encuestas. Lo dice la desesperación desenfrenada del gobierno. El pueblo venezolano ha tomado la decisión irrevocable de salir de esta terrible mala vida. Y la tendencia es irreversible.

AQUÍ ENTRE NOS

Policías, militares y hasta afectos a la revolución firmaron para solicitar la activación del revocatorio. Ellos también son venezolanos pasando mucho trabajo.

Hasta el próximo miércoles.
 

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