Independientemente de cuantas personas votaron el pasado domingo en las lecciones primarias del Psuv para definir a parte de los candidatos

a diputados de la Asamblea Nacional (para ser más exactos, se eligieron aspirantes a 87 circuitos, o sea 113 candidatos a diputados de 167; el resto, para variar, serán designados por el “dedazo” de la Dirección Nacional), lo importante es bajo qué condiciones se realizó la consulta. Qué si sufragaron más de tres millones de personas o, como dicen otros, la cifra no alcanzó los 800 mil electores, nunca se sabrá, conocemos del control absoluto que el gobierno ejerce sobre el poder electoral, así que esos números formarán parte de la dimensión desconocida, al menos hasta que cambie la conformación de los integrantes del CNE que, estoy seguro, ocurrirá después de las parlamentarias. 

Pues bien, algunas señales de lo turbio del proceso fueron las declaraciones amenazantes -algunas destempladas- de los altos capitostes de la revolución para “incentivar” la participación de los renuentes funcionarios públicos. Había desgano de parte del chavismo de a pie, desencantado y distanciado de la gestión de Maduro y su combo. Hay varias muestras que dan una pista de que la cosa no iba muy bien, por lo que debieron recurrir a practicas autocráticas para “obligar” a que los empleados de la administración pública salieran, con una mezcla de rabia y desgano; a nadie le gusta que lo arreen como ganado so pena de perder sus cargos. El régimen siempre ha jugado perversamente con las necesidades del colectivo. Eso, al final se termina convirtiendo en un bumerán. 

En el momento que el propio Maduro lanza el petardo, a media tarde, de qué él sabrá quienes votaron y no votaron, dio una demostración palmaria de la desesperación reinante. Lo que buscaba Maduro se cae de maduro, resultaba obvio... 

Luego la situación se tornó peor, no bastaban las advertencias humillantes, ni tampoco la utilización grosera y descarada de los vehículos y recursos de organismos del Estado, de gobernaciones y alcaldías; la gente se mostraba renuente, los números no les cuadraban, en la mente de Rodriguez y Cabello se paseaba la figura iracunda del comandante eterno, diciéndoles qué  “cagada” han puesto, cómo han dilapidado mí capital político que tantos petrodólares me costo construir. Pues bien, la cosa no se quedó aquí. Al rato, las rectoras del CNE prolongan la jornada de votación (que debió finalizar a la 4 pm) hasta las 6 pm, luego hasta las 8 pm, para después hacerse los locos y dejar abierto los centros hasta altas horas de la noche. Maduro salta de nuevo al ruedo y declara, solemnemente, que ha ordenado al general Padrino López que mantenga la custodia en los centros de votación, a los efectos de “proteger” a los ciudadanos que todavía “ tengan las bolas de ir a votar a riesgo de sus vidas” (agregado mío), habida cuenta de que ya entraba la noche.  

En fin, para no alargar mucho el relato, ya en la madrugada, el cansado comando de campaña dio unas cifras que fueron mutando con el correr de las horas. ¡Aleluya!, se alcanzaron las metas previstas. ¡Nadie festejó! El pueblo está desilusionado, el pueblo está a punto...

@Freddy_Lepage