El maravilloso número 9
Escrito por Víctor Maldonado C. | X: @vjmc   
Viernes, 06 de Marzo de 2015 02:17

El maravilloso número 9
Por: Víctor Maldonado C.
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Dicen algunos que es un número perfecto. Depende de quién lo diga y en qué cosa esté pensando cuando alude a los arcanos numerológicos. Pero hay algunas casualidades –intencionales- que provocan pánico. Para los políticos debe ser algo más que un azar el que las palabras “Dictadura”,  “Militares”, “Represión”, “Populismo”, “Demagogia”, “Leninismo”, “Comunismo”, “Malandros”, “Corruptos”, y quien sabe cuales otras, tienen exactamente nueve letras. Muchas malas palabras tienen como común denominador el que necesitan ese maravilloso número para componerse y significar. Ni una más ni una menos.  Tampoco debe ser casual que haya palabras que se resistan a pasar por allí. Por ejemplo, “Libertad” tiene solo ocho letras, mientras que “Democracia” tiene diez. Pero cuando se trata de “Inflación” volvemos a la misma tendencia. Ese número tiene “un no sé qué” y por esa misma razón algunos políticos dicen que es portentoso.
¿Y a quien se le puede ocurrir que un número pueda ser perfecto y que otro pueda ser sagrado? Sobran los que en esas instancias buscan la verdad. Son los mismos que pierden el tiempo con cualquiera de las nuevas teorías paranoicas de la conspiración políticas o que confunden celebración festiva con conmemoración luctuosa. Los mismos que saben el lenguaje de las aves y que muchas noches las pasan insomnes, porque quiéranlo reconocer o no, la realidad es la realidad, y en nuestro caso es una realidad pavorosa. Pero no nos desviemos. Nueve son también las plagas que se nos han impuesto. Dos más de las que tuvo que sufrir Faraón y Egipto en la época de Moisés. Inflación de plagas, como si nuestro pecado o nuestra terquedad fueran aún peores, y como si no fueran suficientes estos dieciséis años –o mejor dicho, 9+7, el número perfecto sumado al número sagrado- de iniquidad y torpeza. Nueve castigos que conjugados son capaces de ser la peor plaga de langosta imaginable, el más insólito arrase, la peor de las catástrofes.
La primera plaga es la impunidad y el régimen del malandrismo, del pescueceo, del “guapo y apoyado” que se sabe inmune a la ley y a sus consecuencias. Aquí todo vale para ellos y nada vale para nosotros.
La segunda plaga es la sobreexposición a la “lógica militar”. Todos estos años hemos estado inundados de “altos mandos”, planes, mapas, diagramas, marchas forzadas, reimpulsos, imposiciones, demostraciones de fuerza, desfiles, discursos peripatéticos, pero con los escasos resultados que ya estamos sufriendo.
La tercera plaga es la de la corrupción y la generalización de la estética golosa y concupiscente del enchufado. Hay otro mundo paralelo donde no hay distancias imposibles ni límites que no se puedan superar. En ese otro mundo se consume la renta petrolera a costa de la prosperidad y la pobreza de los venezolanos. Esta plaga es la “Maradonización” del socialismo del siglo XXI.
La cuarta plaga es la de la violencia y el crimen que no encuentra en el gobierno ningún detente, y que se escabulle de un estado de derecho que no está vigente sino para perseguir a la disidencia y  pasar facturas a los viejos compinches. Este castigo que se nos ha impuesto se indexa todos los años y cobra víctimas en los pobres de siempre y en los que tienen el coraje de disentir.
La quinta plaga es la de la represión y la lógica de los dos raseros. La ecuación es simple: Todos los privilegios para ellos y toda la indefensión para nosotros, que igual recibimos gas, plomo y cárcel sin que nada ni nadie nos pueda salvar. Ninguna lógica sirve para comprender los procesos o para refutarlos. Es el uso de la fuerza pura, dura, brutal y sistemática contra todos los que han sido identificados como enemigos.
La sexta plaga es la de la trampa sistemática y del ventajismo estructural que nos evita el triunfo cuando lo obtenemos y nos desconsuela cuando estamos cerca de la victoria. No es solo lo que hacen sino lo que dicen a través de voceros creíbles y encuestólogos supuestamente serios.
La séptima plaga es la de la mala economía que se basa en el robo institucional de la propiedad y en el control exacerbado para acabar con la libre empresa. Pero que además administra mal, desconfía del talento y apuesta a la lealtad del incapaz y del pusilánime, dejando el rastro perverso de inflación, escasez, desempleo, informalidad y desinversión que ya nos atormenta.
La octava plaga es la del entreguismo ideológico y la pérdida de la soberanía al endeudarnos y ser incapaces de abastecer al país, al mismo tiempo que nos hincamos ante China y le seguimos haciendo arrumacos a Cuba y a todo ese extravagante santoral comunista.
La novena plaga (recordemos que es el número perfecto) es la perversidad institucional, el uso sistemático de la mentira, la opacidad con la que se tratan los asuntos públicos y la forma desfachatada con la que se violan todos los derechos.
La numerología socialista solo da para hacer el inventario de esta confabulación.
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altDicen algunos que es un número perfecto. Depende de quién lo diga y en qué cosa esté pensando cuando alude a los arcanos numerológicos. Pero hay algunas casualidades –intencionales- que provocan pánico.

Para los políticos debe ser algo más que un azar el que las palabras “Dictadura”,  “Militares”, “Represión”, “Populismo”, “Demagogia”, “Leninismo”, “Comunismo”, “Malandros”, “Corruptos”, y quien sabe cuales otras, tienen exactamente nueve letras. Muchas malas palabras tienen como común denominador el que necesitan ese maravilloso número para componerse y significar. Ni una más ni una menos.  Tampoco debe ser casual que haya palabras que se resistan a pasar por allí. Por ejemplo, “Libertad” tiene solo ocho letras, mientras que “Democracia” tiene diez. Pero cuando se trata de “Inflación” volvemos a la misma tendencia. Ese número tiene “un no sé qué” y por esa misma razón algunos políticos dicen que es portentoso.

¿Y a quien se le puede ocurrir que un número pueda ser perfecto y que otro pueda ser sagrado? Sobran los que en esas instancias buscan la verdad. Son los mismos que pierden el tiempo con cualquiera de las nuevas teorías paranoicas de la conspiración políticas o que confunden celebración festiva con conmemoración luctuosa. Los mismos que saben el lenguaje de las aves y que muchas noches las pasan insomnes, porque quiéranlo reconocer o no, la realidad es la realidad, y en nuestro caso es una realidad pavorosa. Pero no nos desviemos. Nueve son también las plagas que se nos han impuesto. Dos más de las que tuvo que sufrir Faraón y Egipto en la época de Moisés. Inflación de plagas, como si nuestro pecado o nuestra terquedad fueran aún peores, y como si no fueran suficientes estos dieciséis años –o mejor dicho, 9+7, el número perfecto sumado al número sagrado- de iniquidad y torpeza. Nueve castigos que conjugados son capaces de ser la peor plaga de langosta imaginable, el más insólito arrase, la peor de las catástrofes.

La primera plaga es la impunidad y el régimen del malandrismo, del pescueceo, del “guapo y apoyado” que se sabe inmune a la ley y a sus consecuencias. Aquí todo vale para ellos y nada vale para nosotros.

La segunda plaga es la sobreexposición a la “lógica militar”. Todos estos años hemos estado inundados de “altos mandos”, planes, mapas, diagramas, marchas forzadas, reimpulsos, imposiciones, demostraciones de fuerza, desfiles, discursos peripatéticos, pero con los escasos resultados que ya estamos sufriendo.

La tercera plaga es la de la corrupción y la generalización de la estética golosa y concupiscente del enchufado. Hay otro mundo paralelo donde no hay distancias imposibles ni límites que no se puedan superar. En ese otro mundo se consume la renta petrolera a costa de la prosperidad y la pobreza de los venezolanos. Esta plaga es la “Maradonización” del socialismo del siglo XXI.

La cuarta plaga es la de la violencia y el crimen que no encuentra en el gobierno ningún detente, y que se escabulle de un estado de derecho que no está vigente sino para perseguir a la disidencia y  pasar facturas a los viejos compinches. Este castigo que se nos ha impuesto se indexa todos los años y cobra víctimas en los pobres de siempre y en los que tienen el coraje de disentir.

La quinta plaga es la de la represión y la lógica de los dos raseros. La ecuación es simple: Todos los privilegios para ellos y toda la indefensión para nosotros, que igual recibimos gas, plomo y cárcel sin que nada ni nadie nos pueda salvar. Ninguna lógica sirve para comprender los procesos o para refutarlos. Es el uso de la fuerza pura, dura, brutal y sistemática contra todos los que han sido identificados como enemigos.

La sexta plaga es la de la trampa sistemática y del ventajismo estructural que nos evita el triunfo cuando lo obtenemos y nos desconsuela cuando estamos cerca de la victoria. No es solo lo que hacen sino lo que dicen a través de voceros creíbles y encuestólogos supuestamente serios.

La séptima plaga es la de la mala economía que se basa en el robo institucional de la propiedad y en el control exacerbado para acabar con la libre empresa. Pero que además administra mal, desconfía del talento y apuesta a la lealtad del incapaz y del pusilánime, dejando el rastro perverso de inflación, escasez, desempleo, informalidad y desinversión que ya nos atormenta.

La octava plaga es la del entreguismo ideológico y la pérdida de la soberanía al endeudarnos y ser incapaces de abastecer al país, al mismo tiempo que nos hincamos ante China y le seguimos haciendo arrumacos a Cuba y a todo ese extravagante santoral comunista.

La novena plaga (recordemos que es el número perfecto) es la perversidad institucional, el uso sistemático de la mentira, la opacidad con la que se tratan los asuntos públicos y la forma desfachatada con la que se violan todos los derechos.

La numerología socialista solo da para hacer el inventario de esta confabulación.

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