Para nadie es un secreto que desde Venezuela han emigrado, durante los últimos diez años más de millón y medio de emprendedores.

Utilizamos esta moderna palabra, pues describe muy bien el perfil de los muchísimos jóvenes, estudiados, con iniciativas y con ganas de triunfar, que han abandonado el país y se han radicado, muchos con sus familias, otros con ansias de formarlas, en todo un catálogo de naciones que tratan a sus ciudadanos mucho mejor de lo que el régimen que nos destruye, le permite a quienes vivimos en esta antigua Tierra de Gracia.

En muchas ocasiones nos hemos referido a esta terrible realidad nacional. La hemos comparado con las corrientes emigrantes que vinieron a recalar a Venezuela durante toda nuestra historia menos reciente. También la hemos revisado y antepuesto a otras corrientes sucedidas en el mundo y encontramos una particularidad. Venezuela se ha desprendido de más del cinco por ciento de su población, con la particularidad de que son, literalmente, la crema y nata de la juventud mejor preparada de nuestra sociedad. Menudo daño.

Pero hoy queremos referirnos a los cambios fundamentales que se nos presentan a los ciudadanos que por una u otra razón debemos o queremos viajar desde nuestros aeropuertos a otros destinos del mundo. Y los vamos a analizar, curiosamente, desde los puntos de vista optimistas, cosa con la que no nos situamos muy cerca.

La primera ventaja que hemos adquirido es que hoy es muy difícil que alguien pierda un vuelo. Nos explicamos: En el siglo pasado éramos dados a salir para el aeropuerto a la última hora más algunos minutos. Si se trataba de un viaje nacional, salíamos de casa un poco antes de una hora para la fijada de partida del vuelo. Si se trataba de un vuelo internacional emprendíamos el trayecto entre nuestro domicilio y el aeropuerto dos horas antes de la fijada por la línea aérea. Como las empresas de aviación cumplían con sus compromisos, éramos los últimos pasajeros en abordar la nave. No era extraño que no lo lográramos. Perdíamos el vuelo, pero al día siguiente...había otro vuelo.

Ahora existen varios factores que nos obligan a llegar el aeropuerto con tres o más horas de antelación. Todavía no nos hemos repuesto de los inconvenientes que nos produjo la desaparición repentina y programada por el descuido, del viaducto número uno de la otrora flamante Autopista Caracas-La Guaira. Además, el tráfico es un elemento absolutamente imprevisible. Por otra parte, los retrasos de las empresas aéreas, totalmente ignorados por las autoridades, le añaden minutos, horas y hasta días a nuestro previsorio adelanto. Total. Hemos triunfado contra las pérdidas de nuestro vuelo, además, como las empresas aéreas que se mantienen ofreciéndonos sus servicios, cada día son menos y han espaciado sus frecuencias, no nos podemos dar el lujo de viajar con los tiempos ajustados. Se amontonan los márgenes de seguridad.

Pero con las experiencias más recientes y gracias a la categorización del régimen que nos destruye, como “narcoestado”, se ha transformado en un procedimiento normal que las autoridades de las naciones de nuestro destino o tránsito, inspeccionen cuidadosamente los equipajes de viajeros procedentes de nuestro país en busca y guerra al tráfico de estupefacientes o similares. Total, llegamos a nuestro destino y no contamos con nuestras previsiones de vestido, medicación u otros efectos necesarios.

Debemos referirnos otra vez a la situación que nos produce la disminución de líneas aéreas que sirven a Venezuela y la separación de las frecuencias de aquellas que son tercas y siguen sirviéndonos. Si tenemos una importante reunión a la que no podemos faltar y ella está fijada para el martes, seguramente que no podemos viajar el lunes porque no hay vuelo. Entonces debemos hacerlo el viernes y tenemos la oportunidad de dedicar el fin de semana para conocer mejor la ciudad de nuestro destino y además cargaremos con unos gastos de alojamiento, comidas y diversiones, dos o tres veces mayores. Feliz viaje!

Desde Lisboa, sin la mitad de nuestro equipaje, el miércoles 17 de agosto de 2016.

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