Estando como estamos, prisioneros de la inmediatez, aturdidos de la noticia pueril y banal, de la cuál participamos y hasta co-producimos a través de las redes sociales, es hasta natural que la ignorancia y el desprecio por la historia sea un hecho evidente.

A casi nadie le interesa lo que pasó porque se vive al ritmo de un vértigo que borra todas las reminiscencias de lo ya ocurrido. El referente de lo pasado es nada más que una anécdota de la fantasía y del mito que sustituye lo real.

La indiferencia por el recuerdo está asociada a una mundanidad que hace del “ruido y la cháchara” el principal referente. Para la mayoría de los jóvenes leer es un acto de la prehistoria, y en consecuencia, la reflexión personal pasa a un ámbito de lo superfluo. No es casualidad que en el twitter las principales cuentas del mundo con el mayor número de seguidores sean las de los artistas de la farándula como: Katy Perry con 52 millones de seguidores; Justin Bieber con 51 millones; Lady Gaga con 41 millones; Taylor Swift con 40 millones; Britney Spears con 37 millones; Rihanna con 35 millones; Jennifer López con 27 millones y finalmente Shakira con 25 millones de fans por todo el mundo.

Como es evidente, el mundo artístico de la música y del entretenimiento, es el que dicta la pauta en ésta aldea de consumidores de naderías. El tedio existencial queda ahogado en millones de conexiones inalámbricas que fluyen sin cesar sin apenas dejar un rastro de belleza o poesía. El pasado queda abolido y las únicas fechas que merecen atención son las de los propios onomásticos o las grandes celebraciones comerciales como el Día de la Madre.

En el caso nuestro, de tanto nombrar a Bolívar fuera de contexto y con evidentes manipulaciones político/ideológicas, hoy es un completo desconocido. Bolívar no es más un amuleto mágico que una inspiración histórica. Y las referencias a su época, la colonial, doscientos años atrás, es como introducirse en un hoyo negro.

El ciudadano común ve a la historia como una nubosidad impenetrable, se siente abrumado por sus dimensiones oceánicas y es incapaz de discernir sobre lo que merece ser recordado y lo que es accesorio. Su mente no está disciplinada para clasificar los hechos en su relación dinámica con otros hechos en distintas temporalidades. El esfuerzo mental es rebatido desde una pereza indómita que prefiere el falseamiento conveniente a un intento serio y racional por comprender desde una reflexión crítica.

El sentido común nos dice que la historia es pertinente en la medida que nos ayuda a establecer las adecuadas conexiones entre lo sucedido y la fisonomía del ahora. Aunque para ello hay que leer, informarse, pensar, memorizar, analizar y reflexionar desde posturas amplias y contrastables. Todo ello desde una curiosidad por lo humano.

El joven para encontrar su camino en la vida debe valorar el esfuerzo que otros hicieron antes que él, y sentir orgullo de esas hazañas y buenos ejemplos, de lo contrario, vivirá como una lombriz enroscada sobre lo efímero, lo que es pasajero y sin hondura.

(*): DIRECTOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE LUZ

@LOMBARDIBOSCAN