Orgullo 350
Escrito por Carlos Colina | @CarlosColina7   
Jueves, 29 de Junio de 2017 04:53

altDesde el día 28 de Junio de 1970 se celebra el denominado Orgullo Gay o más recientemente Orgullo LGTB,

para significar la necesaria visibilidad de todo el espectro de la diversidad sexual y de género. Un día como hoy, en el año 1969, en el bar Stonewall, del cautivador Greenwich Village de New York, se prendió la mecha de una rebelión que catapultó el movimiento social de lesbianas, gays, transgéneros, bisexuales e intergéneros. Inicialmente, las manifestaciones se realizaron en la ciudad de la gran manzana y Los Ángeles, para luego diseminarse por todo el mundo occidental.

En distintas naciones del orbe se celebra este día y se justifica por logros significativos en el plano de políticas públicas en el área de la orientación sexual y la identidad de género. Después de 19 años de chavismo-madurismo es muy poco lo que se puede conmemorar en ese sentido. En este terreno, estamos a la saga de la región y del mundo. Más que políticas públicas de protección positiva y promoción, encontramos la simple manipulación y cooptación con fines partidistas del PSUV. En el país, las escasas acciones en la materia y sobre todo las omisiones, están en la línea de una homofobia de Estado. Cabe recordar la vergonzosa asesoría cubana que se recibió en este campo, cuando el sistema castrista ha despuntado en la persecución de homosexuales y de cualquier otra diferencia humana.

Además, en el supuesto negado de que el régimen pudiese mostrar avances significativos, tampoco podríamos celebrar porque los derechos humanos son indivisibles, indisolubles e interdependientes. Y el sistema político que se instauró desde el año 1999  ha conculcado un sinnúmero de derechos civiles de todos los ciudadanos y ciudadanas. El derecho sagrado a la vida, la seguridad, el derecho al trabajo y a la educación de calidad, el derecho a la alimentación, el derecho a la salud, el derecho a la información y la comunicación, entre otros. Los individuos sexodiversos pugnan por el libre desenvolvimiento de sus personalidades, consagrado constitucionalmente pero que no tiene sentido ni viabilidad sin libertad de expresión en general.

En la manipulación oficialista siempre ha estado el ofrecimiento de una cacareada visibilidad, sometida al marco ideológico hegemónico. Desde hace años el gobierno apoya la organización de la marcha del orgullo LGBTI,  con un tono  carnavalesco y espectacular, combinado con la contaminación de elementos simbólicos del proceso bolivariano. Con una crisis humanitaria marcada por una desnutrición infantil que despunta con el 11 % (Caritas) y la falta grave de medicamentos de alto costo (oncológicos, anti-retrovirales, HIV-Sida, entre otros), uno esperaría un escenario más serio. Si a nivel mundial se escuchan las voces críticas en contra del vaciamiento de las reivindicaciones colectivas originales del movimiento en dichos desfiles del orgullo, un señalamiento más enfático cabría esperarse en el país, donde los logros son pírricos.

La lucha del movimiento LGBTI es una búsqueda de libertad, que no puede estar desvinculada de otros derechos, principios y garantías democráticas. Como estos últimos están en cuestión por la convocatoria hegemónica e ilegítima de una constituyente espúrea; y los derechos humanos están siendo conculcados progresivamente, al individuo LGBTI, independientemente de su orientación sexual e identidad de género, le correspondería desconocer dicha propuesta y al régimen que la impulsa, de acuerdo con el artículo 350 de la CRBV. Asimismo, en consonancia con el artículo 333 de la misma carta magna, estaría llamado a  colaborar en el restablecimiento de la vigencia de la Constitución legítima del año 1999.  En suma, habría que plegarse a lo que Fernando Mires denomina una rebelión constitucional y a lo que PROVEA cataloga como la primera rebelión civil y popular del siglo veintiuno venezolano. Con los presos políticos, entre ellos, jóvenes y estudiantes, la bandera irisada de la diversidad ha perdido muchos colores. Con esta constituyende fraudulenta se reduciría a un solo color.

En la coyuntura actual la ciudadanía integral prima sobre la ciudadanía de la diferencia. Es más, la primera integra a la segunda; si asumimos el lema de uno de los partidos políticos de la resistencia democrática: “todos los derechos para todas las personas”. En consecuencia, este año el orgullo no estará acompañado de las siglas significativas de la diversidad sexual y de género, sino de un número singular, que condensa la rebelión democrática, pacífica y ciudadana: 350.

   


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