Fernando Salas: Chávez es la anti-libertad
Escrito por Víctor Maldonado C. | X: @vjmc   

altAl país hay que encararlo. Muchas veces el ruido intenso de la cotidianidad no nos lo permite. Vivimos y sufrimos una sociedad polarizada y entrampada en las turbiedades de una ideología que se multiplica gracias al odio. Por eso es que ver con claridad al país requiere distancia y silencios. Exige que hagamos abstracción del laberinto y que desde las alturas en donde algunos están confinados, nos transmitan cómo ellos pueden leer este trance

sin que por eso haya confusión, indiferencia o desencanto. Simplemente lejanía, a veces obligada por las circunstancias, sin que por ello la realidad termine siendo inaprehensible. Salimos a buscar a ese hombre y lo encontramos en un remanso de paz urbana, cautivo voluntario de una red infinita de afectos que entreteje su mujer todos los días.

Fernando Salas, economista, administrador y técnico de aviones. Miembro fundador de Cedice Libertad, y sobre todo un venezolano que no deja de pensar en Venezuela, es nuestro primer invitado.  

Víctor Maldonado (VM): Tenemos que enfrentar cotidianamente un discurso ideológico que es profundamente perverso, porque no permite establecer dónde comienza la responsabilidad de este gobierno por los resultados de estos últimos diez años. Ahora resulta que la empresa venezolana no invierte hoy, porque no lo ha hecho en los últimos treinta y cinco años. 

Fernando Salas (FS): Eso no es cierto. El problema que hoy aqueja a la empresa privada comenzó a partir de 1999 cuando esta revolución llega al poder. Pienso que en los últimos años se ha puesto en evidencia que la inversión se lleva mal con la arbitrariedad. No hay ni habrá inversión mientras haya una inseguridad total sobre el estado de derecho, se mantenga como política de Estado el irrespeto a la propiedad privada, y continúe el abuso creciente del poder ejecutivo en casi todos los órdenes de la vida nacional. 

VM: Algunos creen que las empresas son inmunes a esas distorsiones de la vida republicana. Que la empresa tiene que hacer negocios y que serían capaces de vender la soga con la que luego serían ahorcados. Sin embargo los datos dicen todo lo contrario, porque la reacción de los emprendedores ha sido replegarse.  

FS: Hay que entender a las empresas como elaboraciones sociales muy complejas. En ellas trabajan por el logro de las mismas metas los propietarios, los gerentes y los trabajadores. Ellos traen consigo la angustia de ver como el país se está disolviendo en una fórmula de tiranía, opresión y sinsentido ideológico, y como unidad social responden a las amenazas del entorno. Todos nosotros sentimos en nuestros hombros el yugo de esta dictadura disimulada. En las democracias representativas la economía, la sociedad, la política y la cultura se basan en los contrapesos; el ejecutivo puede tener la tendencia intervencionista en la economía, pero si el poder judicial o legislativo hace contrapeso a dicha tendencia, se puede lograr un equilibrio. Ahora estamos pagando los costos de esa centrífuga de poder que siempre tuvo como meta el desarraigar la democracia del alma de los venezolanos. Pero nosotros les facilitamos el trabajo. Cometimos el error de conjurarnos en el abandono de la participación democrática en las últimas elecciones legislativas, dejándole al ejecutivo el control total del poder legislativo y judicial,  la fiscalía, la procuraduría, la defensoría, los tribunales y demás entes. 


VM: A todas luces fue un error en el que todos incurrimos. Sin embargo no tenía por qué resultar tan grotesco. Algunos venezolanos siempre han aspirado a la posibilidad de instaurar un neo-despotismo ilustrado, eso que algunos han llamado un gobierno fuerte, pero con proyecto modernizador, y sin embargo ahora nos damos cuenta de nuestras propias fragilidades. Pudo ser, pero no fue.  ¿Por qué cree usted que este inmenso poder del ejecutivo le ha hecho tanto daño a la empresa?

FS: Porque Chávez no es un hombre pro empresa, porque a medida que ha ido avanzando el tiempo y la revolución se ha ido develando, nos hemos dado cuenta que Chávez es un hombre anti empresa privada, anti mercado, anti libertad de elegir, anti libertad de emprender. A medida que ha ido ocurriendo este proceso, las presiones y restricciones contra la empresa privada también se han agudizado. La empresa y los empresarios venezolanos son los sustitutos funcionales del bloqueo para Cuba. Ambos son los culpables de todo lo malo y los que impiden que el gobierno pueda adelantar su proyecto de felicidad social.

VM: Sin embargo esa predisposición no se puede elevar al nivel de modelo económico.  ¿Cuál es la ecuación que resuelve esta mezcla de rentismo, populismo, intervencionismo y estatismo que estamos viviendo?  


FS: Tal vez cuando Chávez llegó al poder sus intenciones eran redimir al país, buscaba desarrollarlo política y económicamente. Pero ahora sus propósitos son otros; a estas alturas lo único que le interesa es perpetuarse en el poder. En cuba la economía es un desastre, pero Fidel Castro tiene 50 años en el poder.  


VM: Es cierto. Cuba es un país reducido a la miseria, donde el gobierno alquila su talento, lo cambia por divisas y distribuye racionamiento. Lamentablemente Fidel llegó demasiado temprano y la burguesía cubana prefirió huir que encarar el reto de plantear una alternativa, o morir en el intento. Pero Chávez llega a un país que tenía una tradición democrática de medio siglo y una ambición de modernidad insaciable. ¿Con un país tan mostrenco qué posibilidades tiene el gobierno de implementar un esquema totalitario?


FS: Quizás en Cuba les sea más fácil controlar Internet, sin embargo, en Cuba llega la radio, es una isla y a pesar de eso no han logrado evitar que llegue cualquier cantidad de información. Además Fidel Castro fue para el pueblo cubano una trampa de carisma y crueldad de la que solo saldrán a su muerte. Aislar a Venezuela resulta mucho más difícil. En este país la mitad de las personas estamos conscientes de que no nos gusta el esquema totalitario-marxista-comunista; la otra mitad está influenciada por su líder y, sin embargo, tampoco les gusta ese esquema porque disfrutan vivir bien, disfrutan de las comodidades del capitalismo. Si alguna contradicción corroe el alma de esta revolución es precisamente la insurgencia de una “boliburguesía” tan temerosa de perder lo que hasta ahora han acumulado. Por lo visto aquí nadie está dispuesto a sacrificar su vida por la revolución, aunque sea eso lo que le piden al pueblo llano, que por otra parte mantiene una relación meramente pecuniaria con este gobierno. Circo, pero también pan. Satisfacción del resentimiento, pero también comida barata y participación.

VM: Una pregunta cuya respuesta es todavía muy escurridiza tiene que ver con el origen social de toda esta radicalización.  Venezuela hizo un esfuerzo inclusivo centrado en la modernización y la democracia para todo el país.


FS: La democracia verdadera que fundamos a partir de 1936 y que se consolidó en todo su esplendor en la década de los sesenta, funcionaba sobre la base de libertad de ideas y flujo de pensamientos diversos. Vivimos un pluralismo inobjetable, y no tuvimos nunca verdadera aprehensión con los extremos ideológicos. Abrimos las instituciones al pueblo y universalizamos el voto. Creamos una democracia fundada en la ciudadanía y nos esforzamos por dar lecciones de alternabilidad. Permitimos que nuestras Fuerzas Armadas se nutrieran del pueblo, pero olvidamos formarlas suficientemente para que tuvieran conciencia de la inmensa responsabilidad de portar las armas de la República. Y dejamos que gente sencilla fuera tempranamente colonizada por extremistas. La izquierda trabajó su proyecto a cincuenta años, penetró las universidades y las fuerzas armadas. Y nuestro pueblo se dejó arrebatar por un discurso redentorista que presumía la segunda o tercera venida de un mesías militar que iba a enderezar todos los entuertos. Estuvimos demasiado tiempo buscando a los culpables de nuestra ruina personal y de los fracasos sociales. Así todos terminamos culpables y nos sometimos al purgatorio que ahora estamos viviendo.


VM: Un purgatorio que puede convertirse en cualquier momento en el infierno de una guerra. Me gusta decir que la guerra es el último refugio de la estupidez humana, sobre todo cuando el enfrentamiento se da sin motivo aparente como el caso que enfrenta a Venezuela con Colombia.  


FS: En este caso podemos ver con claridad cuan inútiles pueden ser los esfuerzos de un gobierno cuando se trata de impedir la acción del mercado. La realidad es que  tenemos frontera con Colombia y hay un intercambio comercial importante. Pero por otro lado formalmente Chávez puede frenar las importaciones, detener el paso de gandolas de un lado a otro, afectando naturalmente el intercambio. Pero esta decisión no afectará a Uribe ni logrará romper por completo las relaciones entre ambos países. Ni mucho menos evitar transformar el comercio formal en contrabando conveniente para ambos lados de la frontera. Colombia tiene el cariz de una excusa mal preparada para el presidente Chávez. 


VM: Una excusa que por otra parte ha encontrado eco en los países del Alba, que en conjunto contrastan con el desempeño de países como Brasil y Chile. Dos modelos sociopolíticos, continuismo o alternabilidad. Socialismo o capitalismo. Integración Económica y libres mercados o la preeminencia de la política sobre todos los otros aspectos. 


FS: Tan sencillo como que América Latina está viviendo un momento en el cual los gobiernos están buscando perpetuarse en el poder a través de las reelecciones; está pasando en Ecuador, Bolivia, Venezuela, y lamentablemente en Colombia, pero por otras razones. En el fondo todo esto expresa una nueva versión de una antigua historia, llena de caudillos y personajes que siempre se  consideran a sí mismos como irreemplazables. Sin embargo, todas las veces que eso ha ocurrido en nuestro continente, el saldo ha sido el fracaso y la vergüenza, pero también la esperanza de poder romper con ese ciclo perverso de autocracias.  


VM: ¿Qué va a pasar con Venezuela?


FS: Se supone que la democracia es el imperio de la mayoría; pero una mayoría de 51% no puede pasar por encima del otro 49% de la población que está en desacuerdo. Allí es donde entra la democracia por consenso, allí es donde el gobierno y la oposición deben llegar a acuerdos. Presiento que va a continuar el clima de conflictividad, lo cual es malo para los empresarios, sin embargo, como el empresario es emprendedor, seguirá haciendo negocios en ese clima porque tiene que seguir trabajando. El peligro está en que nos acostumbremos a eso, eso no puede suceder.

Fotografía y producción: : Yessenia Pérez Cuetos.



Desde la cámara

Espacio de entrevistas y opinión de Víctor Maldonado C., director ejecutivo de La Cámara de Comercio, Industria y Servicios de Caracas. Ha sido consultor para Ediciones Especiales del Grupo Editorial Producto y Consultor Asociado Externo de proyectos como Identificación de consensos en las políticas públicas orientadas al Combate de la Pobreza, con el Instituto de Investigaciones Sociales y Económicas de la Universidad Católica Andrés Bello y el USAID-ISPD.  Es  profesor de pregrado y postgrado en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) y la Universidad Metropolitana. Maldonado  es  politólogo egresado de la Universidad Central de Venezuela con una maestría en Desarrollo Organizacional de la UCAB. Ha publicado trabajos en la revista Temas de Coyuntura del IIES UCAB, y es articulista especial de la Revista Dinero, y articulista semanal del Diario El Mundo, Diario Notitarde, Diario El Correo de Caroní y el Diario El Siglo.

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